Guirnaldas - Alfa y Omega

Es conocida la bella costumbre india de dar la bienvenida a huéspedes con guirnaldas, o de honrar a políticos y personas importantes de la misma manera. Pero me apena cuando pienso en los miles y miles de mujeres en esta zona rural de India a las que, después de una larga vida de trabajo y sufrimiento, nadie jamás les ha puesto una guirnalda, si no es la que le puso su marido el día de la boda –como diciendo «¡ya eres mía!»– o las que sus hijos pondrían, ya tarde, encima de su tumba. Tantas guirnaldas para gente famosa y ninguna para las sufridas y pobres campesinas amas de casa, esclavas de cocinas y cuidadoras de animales domésticos.

Un día me enteré de que Ratanben, viuda de Naguinbhai y madre de tres hijos y dos hijas, iba a cumplir 80 años de vida. Se me ocurrió decirles a sus hijos que ya era hora de honrar a su buena madre y celebrar su 80 cumpleaños con una fiesta de agradecimiento por su maravillosa vida de callado y continuo servicio. La idea les gustó a todos y en el día señalado cada hijo, hija, nieto o nieta vino a la fiesta con su guirnalda y entre risas, cantos y palabras de gratitud –¡y muchas fotos con móviles!–, cubrieron a Ratanben con flores. ¡Por fin!

Sería estupendo si se extiende la costumbre y todos los vecinos que observaron la fiesta decidieran hacer algo similar y honran a las madres a las que tanto deben, cubriéndolas de flores… ¡en vida!