Gentes: Elvira Lindo, escritora (en El País) - Alfa y Omega

Un país con pocos niños es triste. Los nacimientos decrecen en España. En la época del hambre, por ejemplo, los hijos venían cuando menos se los esperaba; no había planificación familiar y el sentido de la independencia y la intimidad en un hogar eran distintos. Ya no somos como éramos. El optimismo social de los años 60 ha cambiado; esas aceras por las que los niños volvíamos de la escuela están ahora sólo llenas de abuelos. Eso es lo triste: sólo hay una edad, la tercera.