Francisco denuncia que actualmente no se distingue «entre objetivos militares y civiles» - Alfa y Omega

Francisco denuncia que actualmente no se distingue «entre objetivos militares y civiles»

En su discurso al cuerpo diplomático ante la Santa Sede, el Papa ha pedido que los armenios puedan volver a Nagorno Karabaj y «prohibir universalmente» la gestación subrogada

Redacción
Palestinos tras un ataque israelí en Rafah, en el sur de la Franja de Gaza
Palestinos tras un ataque israelí en Rafah, en el sur de la Franja de Gaza. Foto: Reuters / Hatem Khaled.

El Papa Francisco ha pedido este lunes que «la comunidad internacional se comprometa a prohibir universalmente» la gestación subrogada. Esta práctica «deplorable» no solo «ofende gravemente la dignidad de la mujer y del niño», sino que «se basa en la explotación de la situación de necesidad material de la madre». En su tradicional discurso de comienzos de año ante el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, ha subrayado que el camino hacia la paz «exige el respeto de la vida, de toda vida humana, empezando por la del niño no nacido en el seno materno, que no puede ser suprimida ni convertirse en un producto comercial». Así, «un hijo es siempre un don y nunca el objeto de un contrato».

En su larga intervención, en la que ha repasado la situación internacional, el Pontífice ha vuelto a apelar a una «política de desarme mundial» y al diálogo como «alma de la comunidad internacional», informa EFE. Ha pedido también más respeto al derecho internacional humanitario. En el momento actual, ha denunciado, no hay «una distinción entre los objetivos militares y civiles» y los conflictos «golpean indiscriminadamente a la población». Ucrania y Gaza «son una prueba evidente» de esta práctica. «No debemos olvidar que las violaciones graves del derecho internacional humanitario son crímenes de guerra, y que no es suficiente con evidenciarlos, sino que es necesario prevenirlos», ha añadido.

«Todos quedamos conmocionados por el ataque terrorista contra la población de Israel del pasado 7 de octubre», ha reconocido el Santo Padre. En este sentido, ha reiterado su exhortación «a todas las partes implicadas para que acuerden un alto el fuego sobre todos los frentes», incluso en el Líbano, país para el que ha esperado que pronto tenga presidente; y «para la inmediata liberación de todos los rehenes en Gaza». Ha pedido asimismo «que la población palestina reciba la ayuda humanitaria y que los hospitales, las escuelas y los lugares de culto cuenten con toda la protección necesaria». Y ha insistido en que la comunidad internacional debe promover «con determinación la solución de dos Estados, uno israelí y uno palestino, así como también un estatuto especial internacionalmente garantizado para la ciudad de Jerusalén».

Ucrania y Nagorno

En Ucrania, a pesar «de las numerosísimas víctimas y la enorme destrucción», no se ha logrado la paz, ha lamentado Francisco. «Es necesario que se ponga fin a la tragedia en curso a través de las negociaciones, respetando el derecho internacional». El Papa no se ha olvidado del conflicto entre Armenia y Azerbaiyán. Ha exhortado a firmar «un tratado de paz» y a que «se favorezca el regreso de los desplazados» que huyeron de Nagorno Karabaj tras la ofensiva azerbaiyana del pasado septiembre «de forma legal y segura».

En cuanto al resto de conflictos que asolan el planeta, ha citado la guerra civil en Sudán y el desplazamiento de población en Camerún, Mozambique, República Democrática del Congo y Sudán del Sur. En cuanto a América Latina, aunque allí no hay conflictos abiertos, el Santo Padre ha llamado la atención sobre la tensión fronteriza entre Venezuela y Guyana y la polarización política en Perú. «Sigue siendo preocupante también la situación de Nicaragua; es una crisis que se prolonga desde hace tiempo con dolorosas consecuencias para toda la sociedad nicaragüense, en particular para la Iglesia católica. La Santa Sede no cesa de invitar a un diálogo diplomático respetuoso del bien de los católicos y de toda la población», ha concluido.

La «peligrosa ruta» del Darién

Otro tema clave de su intervención han sido las «peligrosas rutas» en las que los migrantes se juegan sus vidas, como la de la selva del Darién —entre Colombia y Panamá—, la de Centroamérica, el desierto del Sáhara y, sobre todo, el mar Mediterráneo, que se ha «convertido en un gran cementerio en la última década». Miles de personas abandonan continuamente su patria «en busca de un futuro de paz y seguridad», ha afirmado, como consecuencia de «las guerras, la pobreza, el abuso de nuestra casa común y la continua explotación de sus recursos, que están en el origen de los desastres naturales». En su viaje «ponen en riesgo sus vidas».

«Ante esta ingente tragedia fácilmente acabamos cerrando nuestros corazones, atrincherándonos tras el miedo a una “invasión”. Olvidamos fácilmente que se trata de personas con rostros y nombres», ha añadido. Eso no quita, ha explicado Francisco, «que la migración tenga que ser reglamentada para acoger, promover, acompañar e integrar a los migrantes, en el respeto a la cultura, la sensibilidad y la seguridad de las poblaciones que se encargan de la acogida y la integración».

Ante este reto, «ningún país puede quedarse solo y ninguno puede pensar en abordar la cuestión de forma aislada mediante una legislación más restrictiva y represiva, aprobada a veces bajo la presión del miedo o en busca de un consenso electoral», ha afirmado. En ese contexto, ha acogido «con satisfacción el compromiso de la Unión Europea de buscar una solución común mediante la adopción del nuevo Pacto sobre Migración y Asilo, aunque señalando algunas de sus limitaciones, especialmente en lo que se refiere al reconocimiento del derecho de asilo y al peligro de detención arbitraria».

Contra la «ideología de género»

Ante el cuerpo diplomático, el Papa ha llamado a evitar «las colonizaciones» y «polarizaciones ideológicas», que «desgraciadamente» han surgido de «los intentos que se han producido en las últimas décadas de introducir nuevos derechos, no del todo compatibles respecto a los definidos originalmente y no siempre aceptables». Entre ellas «ocupa un lugar central la teoría de género, que es extremadamente peligrosa porque borra las diferencias en su pretensión de igualar a todos. Tales colonizaciones ideológicas provocan heridas y divisiones entre los Estados, en lugar de favorecer la construcción de la paz». De forma más amplia, ha constatado «con pesar, especialmente en Occidente, la persistente difusión de una cultura de la muerte que, en nombre de una falsa compasión, descarta a los niños, los ancianos y los enfermos».