«Feliz Navidad» para la frontera de EE. UU.
Esta Navidad, el Pequealfa hará llegar las felicitaciones de los niños de España a los chicos y chicas que han pasado de México a Estados Unidos con sus padres huyendo de la violencia y el hambre, y a los que todavía esperan en el primer país a poder hacerlo
«Ayer estuve con una familia de inmigrantes: la madre con tres hijos. Venían de Michoacán, en México, y llevaban dos meses durmiendo en la calle en Ciudad Juárez», otra ciudad mexicana que está en la frontera con Estados Unidos. Nos lo cuenta Luis García, un estadounidense de origen mexicano. Él ayuda como voluntario en los centros de acogida para inmigrantes de El Paso, la ciudad estadounidense que está justo en frente. El año pasado, 120.000 personas cruzaron la frontera entre los dos países por este punto. Venían sobre todo de países como Guatemala, Honduras y El Salvador, de donde la gente huye porque hay mucha violencia y pobreza.
«Ahora no llegan tantos –nos explica Luis–, porque una ley nueva dice que después de que los inmigrantes lleguen a la frontera de Estados Unidos y pidan asilo tienen que esperar en México hasta que se juzgue su caso». Es lo que le había pasado a la mujer que atendió Luis y a sus hijos. Consiguieron entrar en el país porque de vez en cuando los guardias dejan pasar la frontera a algunas personas. Otras la cruzan fuera de los lugares donde está permitido, y la Policía las arresta. En ambos casos, pasan una temporada en un centro de detención, y cuando las sueltan las llevan a alguna casa de acogida, como las dos que tiene la Iglesia.
Ducha, comida y cama
«Lo primero que les ofrecemos allí –cuenta Luis– es poder bañarse, ropa nueva (llevan semanas con la misma), comida y un colchón para dormir». Luego, hay gente que habla con ellos y les ayuda a hacer planes. Casi todos los inmigrantes tienen ya parientes en Estados Unidos, que se comprometen a hacerse cargo de ellos hasta que se decida si se pueden quedar en este país. Esos familiares, además, les compran un billete de autobús o avión para que vayan desde El Paso hasta donde viven ellos. Entonces, Luis los lleva en su coche a la estación o el aeropuerto.
Este voluntario nos cuenta que, de los adultos que pasan por los centros, más de la mitad llegan con sus hijos. A veces, la Policía separa a los niños de sus padres, y lleva a los chicos a unos albergues en los que faltan cosas tan simples como cepillos de dientes. «Los niños más mayores, quizá de 10 años o así, tienen que cuidar a los más pequeños. Cuando los sacan de allí y los reúnen con sus padres, están todavía aterrorizados». Por eso, en los centros de la Iglesia intentan que haya algunas cosas para alegrarles un poco la llegar: caramelos, algún juguete…
Esta Navidad, con vuestra ayuda, pueden encontrarse también con una tarjeta de felicitación o una carta para ellos. Nuestra campaña de Navidad va a consistir en enviar vuestros mensajes a los centros de inmigrantes de El Paso, y también a las familias que esperan en Ciudad Juárez, que casi siempre están viviendo en la calle. José Luis Garayoa, un sacerdote español que trabaja con inmigrantes en El Paso, dice que para estos niños que viven una situación con tantas dudas sobre su futuro, «recibir una carta de otro niño que le dice “sé que existes, que lo estás pasando mal, y me importas”, va a ser una gran sorpresa».
Si quieres que tu carta viaje hasta Estados Unidos, tenemos que recibirla antes del 13 de diciembre. Tiene que estar escrita en español, y no contener objetos metálicos o parecidos, como lentejuelas o papel metalizado. Podéis enviar vuestras tarjetas y cartas por correo postal a: