Esquizofrenia: la indiferencia es un sinsentido mayor que la enfermedad - Alfa y Omega

Parece contradictorio decir que un retrato realista puede estar compuesto de trazos deslavazados, de diferentes tonalidades y sin un orden evidente. Pero en este caso sí lo es. Esquizofrenia consigue hacernos salir del teatro con una historia bien contada en el recuerdo, aunque con mal sabor en los labios.

Y así tiene que ser. Porque es una obra de pinceladas, pero no es de las que pasa de puntillas y busca la sonrisa a toda costa. Al contrario, pretende ser un montaje fiel de una realidad que no es agradable. Una enfermedad que podría afectar en algún momento de nuestra vida a un familiar cercano, si no a nosotros mismos. Y sin embargo a la que se le da la espalda. Es un estigma, una causa de marginación pero, sobre todo, es raíz de sufrimiento.

La obra comienza con una escena habitual, poco fuera de lo normal, entre dos personajes que hablan y discuten, sin que tengamos muy claro qué relación tienen. «Ya sabes que no se puede cruzar la línea». Y, de pronto, todo da un giro y estás zambullido en una historia imprevisible. Los sentimientos pasan de la impotencia al desconcierto, de la euforia al dolor incontrolable, y en los que, como público, podemos entrar gracias a una puesta en escena experimental.

La escenografía, el uso de las luces, la simbología de los colores, el caos de los sonidos… hablan tanto como las palabras, y son parte de esos trazos que hacen posible adentrarse en las historias de Samuel y Ana. Junto a ellos representados los familiares, los cuidadores y también nosotros, la sociedad, que con facilidad aplicamos la etiqueta de «loco» a un enfermo para después olvidarnos de sus emociones y sus necesidades y convertirlos en una cosa incómoda. Sólo la indiferencia es un sinsentido mayor que la enfermedad.

Una experiencia totalmente recomendable para quien acercarse a un escenario es un ejercicio de dejarse sorprender. Quizá nos llevaremos una lección, pero sobre todo disfrutaremos de un montaje arriesgado, tan tierno como brutal. Es un viaje de emociones a través de las relaciones, las sensaciones y los recuerdos de dos esquizofrénicos a los que sientes comprender un poquito mejor al salir del teatro. Entiendes mejor sus miradas desconfiadas y sus expresiones inconexas. Te puedes poner en su piel. Te sientes reflejado en quienes les rodean y no entienden nada, porque no escuchan voces en su interior. Y te preguntas… ¿Por qué no yo? Hoy puedes estar en el cumbre del éxito, mañana hacer un puzzle acurrucado en el patio de un centro psiquiátrico y repitiendo frases inconexas sobre Monrovia y un pintor que sólo pinta pájaros sin cabeza.

El escenario de La escalera de Jacob se convierte sucesivamente en dormitorio, patio de recreo, despacho, sala de reuniones y consulta médica. Excelente interpretación de Lasimpañía, un grupo de teatro joven que desde 2006 nos ha regalado Menú del día, Misterio en Crimetown y otras dos gracias y Predatoria. Y, ahora, Esquizofrenia.

Esquizofrenia

★★★★☆

Dirección:

Calle Lavapiés, 9

Metro:

Lavapiés

OBRA FINALIZADA