Esposos temporeros
Vicki Larson es una periodista freelance, de las que trabajan aquí y allá, sin patria laboral fija. Acaba de escribir un libro a medias con un colega de profesión que se titula The new I do: reshaping marriage for skeptics, realists and rebels, algo así como El nuevo sí quiero: una reforma del matrimonio para escépticos, realistas y rebeldes. Su propuesta va al grano, porque Vicki es de armas tomar y no se enreda. En una generación alérgica al compromiso, «la idea de un matrimonio temporal cobra más sentido que nunca». Vicki dice que ha llegado el momento de repensar lo que debe significar el matrimonio en el siglo XXI. Los argumentos son un poco manidos: que antes la gente se moría a los 30 y no a los 90; que un compromiso tan largo es inabarcable para la razón, para los sentimientos, para la voluntad; que la convivencia es un melón cerrado que no sabes si va a salirte bueno o no… Vicki quiere que retrocedamos a culturas añejas, como la de los pueblos andinos primitivos, o la Indonesia del siglo XV, donde había un plazo de dos años de matrimonio y si el reloj se paraba, se reemplazaba y punto.
Aparte de que un matrimonio temporal es un oxímoron (véase el significado de esta figura literaria), el que ama, ama para siempre, pero no porque lo haya dicho san Juan Pablo II, sino porque no hay canción pop que no lo predique, y ahí están los candados en los puentes más románticos de Europa. Lo malo es que vivimos tiempos en los que se siente menos pavor al puenting o a lanzarse en paracaídas que al matrimonio.
La poetisa Ajmatova tenía razón: el parentesco sanguíneo es basto y sólido, y el parentesco elegido es fino y se puede romper. Pero ese es el reto, no hay apuesta más honda que defina tanto al ser humano como esa elección de por vida.
El pesimismo autocomplaciente de Vicki Larson en vez de apostar por la ayuda, adopta la interrupción como principio. Rafael Navarro Valls ha escrito que en algunos estados norteamericanos se ha establecido la opción de un compromiso adicional para los matrimonios, la suscripción de una declaración en la que los cónyuges manifiestan que, «si en el futuro tuviéramos especiales dificultades en nuestra unión, nos comprometemos a realizar todos los esfuerzos razonables para mantener el matrimonio, incluido el asesoramiento de expertos».
Vicki, esposos temporeros es un oxímoron (vuélvase a mirar su significado).