España, cristiana y de santos - Alfa y Omega

España, cristiana y de santos

Miles de peregrinos españoles se dieron cita en Roma para celebrar la canonización de cinco nuevos santos, dos de ellos españoles, en lo que supuso una fiesta para la Iglesia en España y la Iglesia universal. Los peregrinos españoles muestran que la tradición cristiana en nuestro país sigue siendo actual

Álvaro Real Arévalo
Los fieles abarrotaban la Plaza de San Pedro, el pasado domingo, en la celebración de los cinco nuevos santos.

Cuando los primeros rayos del sol aparecieron en Roma, el domingo pasado, unidos a una fuerte lluvia torrencial causada por una impresionante tormenta eléctrica, los peregrinos llegados, con motivo de la canonización de los cinco nuevos santos: san Rafael Arnáiz, san Francisco Coll, san Damián de Veuster, santa María de la Croix Jugan y del arzobispo polaco san Zygmunt Szczesny Felinski, pensaron en la desgracia de una canonización descafeinada por las inclemencias del tiempo. Lo que nadie podía imaginar es que el ambiente presagiaba una vibrante presencia de peregrinos en la Plaza de San Pedro, del Vaticano, con un sol finalmente radiante.

La celebración se realizó en la basílica Vaticana (por las previsiones meteorológicas), con una amplia participación española, y el Santo Padre, consciente de esta presencia y saltándose el protocolo, se asomó a la Plaza para agradecer su presencia. Dijo sobre los dos santos españoles: «hacen honor a la mejor tradición religiosa y a las profundas raíces cristianas de su pueblo».

La participación de fieles cristianos españoles no ha defraudado. Desde España, se hicieron presentes miles de personas. Jóvenes españoles de los colegios de la Congregación de los Sagrados Corazones, acompañando la celebración de la canonización del belga padre Damián, el apóstol de los leprosos en Molokai, y jóvenes de los colegios de las Dominicas de la Anunciata, para celebrar la canonización de su fundador, san Francisco Coll, se unieron a la gran presencia de monjes trapenses, llegados con motivo de la canonización del Hermano Rafael.

Acompañando a san Rafael Arnáiz

En la numerosa peregrinación que acudió a Roma a participar en la canonización del hermano Rafael, estuvieron el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, y sus obispos auxiliares monseñor Fidel Herráez y monseñor Martínez Camino, así como el obispo de Bilbao, monseñor Ricardo Blázquez, encargado de la postulación del hermano Rafael, el obispo de Palencia, monseñor José Ignacio Munilla –quien destacó del nuevo santo el ser un buscador, y animó a los jóvenes a seguir su ejemplo y «no domesticarnos por esta sociedad, ser luchadores y atrevidos en la búsqueda de Dios»–, el arzobispo de Burgos, monseñor Gil Hellín, y el obispo de Osma-Soria, monseñor Gerardo Melgar.

En su homilía, Benedicto XVI presentó al nuevo santo como un joven «de alma un poco soñadora, como él mismo decía, pero cuyos sueños no se desvanecen ante el apego a los bienes materiales. Él dijo a la propuesta de seguir a Jesús, de manera inmediata y decidida, sin límites ni condiciones. De este modo, inició un camino que, desde aquel momento en que se dio cuenta en el monasterio de que no sabía rezar, le llevó en pocos años a las cumbres de la vida espiritual».

Monseñor Martínez Camino, Secretario General de la Conferencia Episcopal Española, destacaba la locura por Cristo del Hermano Rafael: «El Hermano Rafael estará en el cielo asombradísimo de lo que está ocurriendo en Roma, no se habría imaginado este premio o glorificación pública», explicaba en una entrevista a El Espejo, de la Cadena COPE, recordando que el nuevo santo «decía que su amor no es mercenario; amó a Dios porque sí y nada más».

También estuvo presente una gran representación de los monasterios de San Isidro de Dueñas y de Oseira, con sus dos abades al frente: los padres Enrique Trigueros y Juan Javier Martín Hernández, quien destacó que el Sólo Dios, sólo Dios, sólo Dios del Hermano Rafael «no fue una cosa espontánea, sino un proceso en el que Dios fue purificando su alma de manera pedagógica. Supo entrar en la escuela del servicio divino».

Los peregrinos españoles tuvieron, además, importantes actos de acción de gracias en Roma. Como, por ejemplo, la celebración eucarística de peregrinos en honor de san Rafael Arnáiz presidida por el cardenal Antonio Cañizares, en la que el Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos mostró, a los 4.000 peregrinos presentes, que «no tener a Dios es la más grande de las pobrezas»; y la misa de acción de gracias, del pasado lunes, presidida por el cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio María Rouco Varela, en la basílica de San Pedro, en la que presentó a san Rafael como es un modelo realista para la juventud de hoy.

Una reivindicación clara

A Roma acudieron fieles de diversos pueblos de la geografía española: de la diócesis de Vich, por ejemplo, donde san Francisco Coll se formó y ejercitó su labor de predicador. Todos ellos acompañados cardenal arzobispo de Barcelona, don Luis Martínez Sistach, del obispo de Vich, monseñor Román Casanova, y del obispo de Albacete, monseñor Ciriaco Benavente, junto al párroco de Gombrén (Gerona), pueblo natal del santo, y miembros de los colegios de la Congregación fundada por el nuevo santo. El cardenal Martínez Sistach afirmaba que, «Francisco Coll avanzó en este movimiento sano de reconocer toda la dimensión de la persona humana y de la mujer».

Así, Roma entera fue tomada por los peregrinos españoles con una reivindicación clara: España sigue siendo cristiana, y sigue siendo tierra mariana y tierra de santos.