«Es inhumano estar tan absortos por el trabajo como para no encontrar tiempo para la oración»
El Papa ha dedicado la audiencia a hablar de la perseverancia en la oración y ha invitado repetir pequeñas oraciones a lo largo del día: «Señor, ten piedad de mí» o «Señor, ayúdame»
El Papa Francisco está a punto de cerrar sus catequesis de la audiencia general sobre la oración. La de este miércoles ha sido la penúltima y la ha dedicado a la perseverancia al rezar, a la necesidad de orar constantemente, que más que una invitación es «un mandamiento que nos viene de la Sagrada Escritura».
Pero «¿cómo es posible custodiar siempre un estado de oración?», se ha preguntado el Pontífice durante su alocución. Él mismo ha reconocido que «no es fácil». En este sentido, se ha referido a los padres, «ocupados con mil cometidos»: los «hijos, el trabajo, los quehaceres de la vida familiar…».
Para lograrlo, el Santo Padre ha propuesto repetir pequeñas oraciones que, «poco a poco», se adaptan «al ritmo de la respiración y se extiende a toda la jornada: “Señor, ten piedad de mí”. “Señor, ayúdame”». Esto no es contrario «a la laboriosidad cotidiana, no entra en contradicción con las muchas pequeñas obligaciones y encuentros, si acaso es el lugar donde toda acción encuentra su sentido, su porqué y su paz».
El Papa ha señalado, incluso, que «es inhumano estar tan absortos por el trabajo como para no encontrar más el tiempo para la oración». De igual modo, «una oración que nos enajena de lo concreto de la vida se convierte en espiritualismo, o, peor, en ritualismo». En esta circularidad entre fe, vida y oración, ha concluido Francisco, «se mantiene encendido ese fuego del amor cristiano que Dios se espera de nosotros».