«Es escandaloso el número de suicidios en jóvenes», asegura el Papa
Francisco recibió en el Vaticano, antes de la audiencia general, a una treintena de jóvenes jesuitas que participaban en una reunión de formación de la congregación. El Papa, en su discurso, se centró en el desempleo juvenil recordó a los presentes que «los suicidios, las adicciones o alistarse en grupos fundamentalistas son caminos que adoptan los jóvenes desesperados por la falta de trabajo»
El Pontífice pidió a la treintena de jóvenes jesuitas que le visitaron este miércoles que pongan la dignidad de la personas en un «lugar central», en un momento en el que la economía es el centro de la vida, «el gran pecado» de hoy. «Poner las finanzas en el centro es cruel hacia las personas», señaló. E hizo hincapié en el desempleo juvenil, pidiendo a los estudiantes que reflexionasen sobre el acompañamiento ofrecido a los jóvenes sin ocupación. «Es uno de los problemas más agudos y dolorosos para los jóvenes, ya que va directamente al corazón de la persona». Por eso, constató, «el número de suicidios de jóvenes está aumentando. Pero los gobiernos –no todos–, no publican el número exacto, porque es escandaloso». ¿Por qué estos jóvenes se suicidan? «La razón principal para casi todos –añadió– es la falta de trabajo. No pueden sentirse útiles».
Esta desesperación, prosiguió Francisco, puede derivar en «las adicciones, una vía de escape a esta falta de dignidad». Otra de las salidas es alistarse en grupos extremistas. «Los suicidios, las adicciones y los grupos fundamentalistas son las tres opciones que los jóvenes tienen hoy en día cuando no hay trabajo». Y para que esto no ocurra es importante «comprender el problema de los jóvenes: haz que ese joven sienta que le entiendes, y luego muévete para resolver este problema. El problema tiene una solución, pero debemos encontrar el camino. Necesitamos la palabra profética, necesitamos inventiva humana, tenemos que hacer muchas cosas, ensuciarnos las manos», aseguró.
Unidad jesuita en medio de una gran diversidad
La otra pata de su discurso fue la Compañía de Jesús: «Se necesita una gran libertad, sin libertad no se puede ser jesuita», afirmó el Papa, libertad que se combina con la obediencia fruto del discernimiento para responder a la llamada de Dios porque la «originalidad de la Compañía» es la «unidad en medio de una gran diversidad».
Citando a Pablo VI, señaló que «allí donde hay encrucijadas de ideas, de problemas, de desafíos, allí hay un jesuita». Y a continuación se refirió a la última intervención del padre Arrupe en Tailandia, en un campo de refugiados. De los discursos de ambos rescató una idea. «El jesuita tiene que tener valor y rodillas fuertes para orar».
Vatican News / Redacción