En Roma todo es grande - Alfa y Omega

Cuando uno va a Roma todo es grande. Las iglesias son grandes. La via della Conciliazione es majestuosa. La columnata de Bernini, interminable. La Ciudad Eterna te obliga a desencorvarte ante la pantalla del móvil y alzar la vista a lo alto. Lo alto, en sentido literal y figurado. Porque como dijo el cardenal Cobo a los 84 futuros sacerdotes de Madrid tras encontrarse con el Papa, «nosotros estamos acostumbrados a la ciudad, a nuestras avenidas y plazas». Pasa a menudo. «Cada uno vamos con lo nuestro, con lo que ya tenemos, con lo que ya sabemos… pero hace falta salir de casa y venir a Roma para comprobar que hay cosas más grandes». Nuestras medidas, o incluso las medidas de la archidiócesis, recalcó, «no son las del centro del mundo». Probablemente ellos no lo sepan todavía, pero quizá deban volver a Roma recurrentemente para mirar esa grandeza que es la Iglesia universal. Cuando, como advirtió el Santo Padre, los peligros de reducir la fe a ideología, las críticas que corroen la vida de la Iglesia, el desánimo o la invasión de la soledad lleguen, que llegarán, la respuesta está en esa Ciudad Eterna, símbolo del centro del mundo. Pues ese centro no es otro que Jesucristo.

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