En la estela de la sacudida pentecostal de la JMJ
«Comunicad a los demás la alegría de la fe». Así despedía Benedicto XVI a los jóvenes, al término de la Jornada Mundial de la Juventud, y les animaba a dar testimonio «en los más diversos ambientes, incluso allí donde hay rechazo o indiferencia». Ese deseo del Papa se va a plasmar en la Misión Madrid, expresión particular, en la diócesis anfitriona de la última JMJ, de la gran misión de nueva evangelización que quiere lanzar el Papa, en el próximo Año de la fe, sobre todo en Occidente. El cardenal Rouco la presentará este sábado, en la Jornada Joven de Nueva Evangelización, a la que están convocados representantes de todas las realidades diocesanas
La carta apostólica, en forma de motu proprio, Porta fidei, es la hoja de ruta trazada por el Papa para el Año de la fe, cuya apertura, el 11 de octubre, coincidirá con el 50 aniversario del Concilio Vaticano II. Toda la Iglesia, especialmente en los países de vieja evangelización, es llamada a renovar la fe, a formarse a fondo —empapándose del Catecismo— y a volcarse en la misión.
El Papa señala diversos ámbitos de apostolado, desde el mundo de la cultura, a la acción caritativa. Además, anima a salir con ánimo al encuentro del no creyente. «Muchas personas en nuestro contexto cultural —escribe—, aun no reconociendo en ellos el don de la fe, buscan con sinceridad el sentido último y la verdad definitiva de su existencia y del mundo».
La carta del Papa está acompañada de una serie de Indicaciones pastorales de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Las propuestas son de lo más variado. Se anima a las diócesis, por ejemplo, a organizar celebraciones en las que se confiese públicamente la fe, y a «promover misiones populares y otras iniciativas en las parroquias y en los lugares de trabajo, para ayudar a los fieles a redescubrir el don de la fe bautismal y la responsabilidad de su testimonio, conscientes de que la vocación cristiana, por su misma naturaleza, es también vocación al apostolado».
De todo ello, se va a nutrir la Misión Madrid, con la peculiaridad y la responsabilidad añadidas de volcar en una gran acción apostólica todo el caudal de fe y las múltiples experiencias de encuentro personal con Jesucristo que trajo a la diócesis la JMJ, hace sólo unos meses. En el Palacio Municipal de Congresos de Madrid, muy cerca de donde la JMJ tuvo en agosto su cuartel general, se revivirán, este sábado, muchas de las emociones de aquellos días. Don Javier Prades, rector de la Universidad Eclesiástica San Dámaso y miembro de la Comisión Teológica Internacional, ofrecerá un marco teológico en el que insertar esas experiencias, y, a través de mesas redondas, se hablará sobre la nueva evangelización, en los diversos ámbitos en los que se desarrolla la vida del joven: familia, parroquia, universidad, trabajo, medios de comunicación…
Pero no hay «confesión pública de fe» sin «una conversión previa», advierte, en estas páginas, el cardenal Rouco. La JMJ marca el camino a seguir. «Creer en Cristo es una gracia, pero requiere abrir el corazón y el alma a esta gracia», con «oración y penitencia», dice el arzobispo de Madrid. «Queremos que haya una especie de activación, para que, en Madrid, por la gracia de Dios, se vuelva a confesar la gente», añade. Y llegan a la mente las imágenes de los confesionarios en el Parque del Retiro, o aquel impresionante silencio, ante el Santísimo, en el aeródromo de Cuatro Vientos.