En este lugar del barrio del Pilar la gente «se siente escuchada»
Los fieles de Nuestra Señora de la Vega «saben que esta es su casa», dice el párroco. Hay quien se ha acercado tras visitar sus redes sociales
La parroquia Nuestra Señora de la Vega, en el barrio del Pilar, uno de los más populosos de Madrid, acaba de cumplir 60 años. Lo ha celebrado por todo lo alto con distintos actos, charlas, vigilias y hasta con la visita del arzobispo, cardenal José Cobo, actividades «que han servido para conocernos mejor y para unirnos más», afirma Javier Larrocha, su párroco.
En 1965, esta zona al norte de Madrid estaba recién estrenada, era un barrio en crecimiento, «con muchos jóvenes y con feligreses muy volcados», dice Larrocha. Seis décadas después, aquellos matrimonios jóvenes hoy son abuelos, como pasa en muchas zonas de la capital. Es un sector poblacional al que en los últimos años se han unido muchos inmigrantes que viven de alquiler. «Eso se nota, porque ya contamos con una feligresía latina habitual. También se percibe en la labor de Cáritas, que asiste a gente de toda nacionalidad y credo. Aquí echamos una mano a todo el que viene», explica el sacerdote, que cifra en 300 el número de personas a las que atiende al año.
En el despacho de Cáritas los voluntarios «sobre todo acogen y escuchan», para ayudar después en lo que se puede: una bolsa de alimentos o prendas de un pequeño ropero, entre otros. Todo ello procede de donaciones de la gente de la comunidad y de la ayuda de Cáritas diocesana, «que permite pagar los suministros y a veces el alquiler a quienes tienen pocos ingresos para vivir».

El reto: que los niños sigan
Más allá de la prestación económica o material, en el despacho constatan que «lo que más necesita la gente es hablar». Muchas veces «los que vienen salen mejor de lo que entran simplemente porque se los ha escuchado», una labor que realizan los voluntarios «siguiendo el estilo de Jesucristo», cuenta Larrocha.
Aunque la edad media del barrio ha evolucionado en las últimas décadas, no todos los parroquianos son personas mayores; también hay niños y jóvenes. Nuestra Señora de la Vega tiene catequesis para ellos. «Sembramos para que no se nos vayan; son el futuro», afirma el párroco. Hay un grupo de poscomunión que sirve de enlace para otro dirigido a aquellos de algo más de edad. El desafío es que sigan vinculados a la parroquia después de la Confirmación. El equipo de catequistas «lo da todo» por ello.
Además, hay un grupo semanal de mujeres que gira en torno a la reflexión teológica sobre documentos del Papa o del cardenal Cobo. Otro lleva el rosario antes de la Misa. Los domingos hay dos coros, uno de ellos formado por familias con niños, para animar las celebraciones. Por otro lado, dos personas tienen la tarea de dar a conocer en las redes sociales sus actividades. El cura da importancia a esta labor porque «es una ventana abierta al barrio». De hecho, «algunos se han pasado por aquí gracias a ello».

En general, los feligreses de Nuestra Señora de la Vega se toman la comunidad como algo suyo: «Saben que esta es su casa», afirma el sacerdote. Explica con humor que «incluso los hay multitarea», pues participan en varias actividades y hasta en las labores de limpieza.
Más allá de estos fieles más comprometidos, «nuestro desafío es llegar a la gente que viene a recibir el sacramento y ya está. Todos necesitamos seguir formándonos continuamente y crecer en nuestra fe». Fidelizarla no es tarea fácil. «Nadie tiene la receta, solo el Espíritu Santo». En opinión del párroco, a ellos se llega «no echando redes, sino pescando con caña; es decir, gracias al trato en la distancia corta, en el tú a tú». Es el método que ha seguido con personas más alejadas. Menciona, por ejemplo, conversaciones con padres que traen a sus hijos a catequesis, de las que han salido acercamientos a la fe y hasta parejas que han acabado casándose por la Iglesia.