Emilce Cuda: «La presencia de China en América Latina hace necesario el estudio de su cultura»
La Pontificia Comisión para América Latina quiere dialogar con universidades de China sobre ecología integral, explica su secretaria
La secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina participará el 30 de septiembre en el seminario internacional Iberoamérica y China. Historia, retos y desafíos, el primero de una serie que organiza el grupo de investigación Museos, Misiones y Miradas: Interacciones España-China, 1815-1949, de la Universidad Complutense de Madrid.
—¿Por qué tiene la comisión interés en participar en este seminario?
—Según Praedicate Evangelium, la misión de la comisión es «el estudio de las cuestiones que se refieren a la vida y al desarrollo de sus Iglesias particulares». En ese marco, iniciamos bajo la dirección del Papa Francisco y del entonces presidente, el cardenal Prevost —hoy León XIV—, el programa Construyendo Puentes, que abarca también a Norteamérica, España y Portugal. Empezamos una relación con las universidades de estos países y, en ese marco, la Complutense me propuso dar una conferencia en este acto. Construyendo Puentes busca que Iberoamérica entre en diálogo con los cinco continentes. Tenemos una gran presencia de China en el territorio latinoamericano. Y, a través de lo que denomina la Nueva Ruta de la Seda, China estudia nuestra cultura, con fines culturales y comerciales. Nosotros estamos retrasados, porque no estamos estudiando su cultura.
—¿Qué puede aportar la comisión?
—Hay muchos programas de estudio en universidades de América, que tienen acuerdos con otras chinas. Pero, hasta ahora, su aportación se reduce a cuestiones comerciales o a los vínculos históricos a través de las misiones. Como Iglesia, tenemos que seguir adelante con el magisterio pontificio, que habla de la necesidad de atender el problema socioambiental. Desde el momento en que China tiene una gran presencia comercial en América Latina, a nosotros nos interesa abordar con ellos, siempre desde el ámbito de la cultura y la educación, la cuestión ecológica integral; no solo en lo ambiental, sino también en lo social.
30 septiembre
- 17:00 horas. Seminario Iberoamérica y China. Inauguración y ponencia Museos, misiones y miradas, por Manuel Parada. Facultad de Filología, UCM.
- 17:30 horas. Construyendo puentes de integración, reconciliación y fraternidad desde y hacia América Latina y el Caribe. Emilce Cuda.
- 18:00 horas. Mesa redonda con Cuda y Mariano Jabonero, secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos. Modera Jesús Folgado.
- 10:00 horas. Taller La ruta de la seda del Pacífico y su conexión histórica con España. Universidad Pontificia Comillas.
—¿Por ejemplo?
—Cómo sus prácticas cuidan el medio ambiente y cómo las industrias que se instalan en nuestros países integran los derechos sociolaborales de nuestras legislaciones. Todo esto siempre dentro del marco del actual magisterio pontificio. En la comisión no nos ocupamos de la economía, lo político o lo jurídico, sino de predicar el Evangelio a través de la doctrina social actual, que habla de ecología integral. A partir de estos encuentros en Madrid vamos a poder iniciar un camino juntos, incluso con universidades chinas, para dialogar, entendernos y homogeneizar categorías de pensamiento.
—¿Qué rostro tiene esa presencia comercial china en América Latina?
—Sobre todo, abarca la producción industrial y relaciones de inversiones. Una muestra es el puerto chino de Chancay, que se abrió en Perú. Está robotizado y por él circula un gran comercio. Esta presencia no desentona con las relaciones comerciales con otros países, está dentro de los parámetros legales y es necesaria. Pero sale de una cultura distinta, con otros procesos. Y por eso, así como ellos quieren conocer la nuestra, queremos conocer la suya. ¿Dónde llegamos con esto? No lo sé, pero aceptamos la propuesta con entusiasmo. Como nos enseñó Francisco, empezamos a caminar y en unos años veremos cuáles son los frutos.

—Se deduce que otro de los desafíos que se pueden abordar en la relación entre ambos territorios es el de la inmigración. ¿Es significativa?
—Sí. En ambos sentidos. A partir de los años 90 hay mucha migración china a América, en particular familias que venían en tránsito hacia Estados Unidos y abrían pequeños negocios. Otra cosa es la que llegó con el desembarco de capitales chinos en la región para desarrollar la industria. Y un tercer fenómeno, en los últimos cinco años, es el de los jóvenes latinoamericanos que quieren ir a China; no para quedarse, porque los procesos allí no lo permiten. Pero hacen prácticas o firman un contrato de dos años y vuelven. Por eso, muchos estudian chino.
—¿Qué lectura hace de esos fenómenos?
—Yo siempre soy positiva. Desde la Iglesia hablamos de la gran familia humana y no estamos en contra de las migraciones. Decimos que el migrante tiene que ser acogido, acompañado, integrado. Eso aplica a todos los países. Para los católicos, hay un Dios que es padre de todos y cada uno puede elegir vivir en el país que quiera y todos deben tener garantizada un vida digna. Todo esto debe abordarse siempre desde un diálogo fraterno.