El Vaticano quiere una «Pastoral de la Vida Humana» en cada diócesis
30 años después de la publicación de Evangelium vitae, lanza La Vida es siempre un bien, un texto con instrucciones a cada Iglesia local
Tal día como hoy hace 30 años, Juan Pablo II firmaba Evangelium vitae, su encíclica sobre el valor sagrado de la vida humana. Un texto en el que, según Gabriella Gambino, subsecretaria del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, el Papa polaco «previó que las gravísimas formas de violación de la vida de los más débiles no eran más que la expresión de una idea perversa de la libertad que transforma el crimen en ley».
En conmemoración de aquel texto, el ministerio vaticano en que trabaja Gambino acaba de publicar este martes La Vida es siempre un bien. Es un subsidio para darle continuación y que, en sus páginas interiores, subraya la necesidad de «dar forma a una verdadera y específica Pastoral de la Vida humana».
Entrevistada por la prensa vaticana, Gambino recuerda que la Iglesia no ha dejado de reafirmar la dignidad de toda persona. Otra prueba reciente es el documento Dignitas infinita, una declaración del Vaticano publicada el 8 de abril de 2024 y que cumplirá un año dentro de dos semanas. En cualquier caso, y orgullosa de los esfuerzos de la Santa Sede, la subsecretaria destaca que «el valor de la vida no es solo un valor católico, sino laico, universal». «Y es indisponible, nadie puede disponer de él, ni siquiera quien lo posee», añade.
Apoyándose en el texto que acaba de ver la luz, Gambino detalla que esta nueva Pastoral de la Vida Humana debería servir, más que para «imponer normas», para «transmitir valores». Y lejos de entender este compromiso como una lucha dialéctica, invita a la difusión de estos valores «sabiendo argumentarlos en su verdad y mostrarlos en su impactante belleza».
Además, La Vida siempre es un bien anima a que esta nueva pastoral en cada diócesis sea estable y sistemática. A este respecto, Gabriella Gamino explica que «hay iniciativas aquí y allá, pero a menudo son esporádicas». A su juicio, deben crearse mesas de trabajo permanentes para planificar un compromiso concreto y permanente de formación de los fieles en la protección y promoción de la vida y la dignidad de la persona.
Finalmente, según la subsecretaria del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, será fundamental el apoyo de cada conferencia episcopal para llevar esta tarea a cabo y de las delegaciones de familia de cada diócesis, pues «cada Iglesia local podrá identificar prioridades y métodos de acción según su realidad y con un enfoque sinodal».