Gabriella Gambino: «Los ancianos son un instrumento precioso para la evangelización» - Alfa y Omega

Gabriella Gambino: «Los ancianos son un instrumento precioso para la evangelización»

Victoria Isabel Cardiel C.
Foto: Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida

La subsecretaria del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, Gabriella Gambino, es una experta mundial de bioética. Su nombramiento marcó un hito en la jerarquía de la Curia romana. Por primera vez el Pontífice puso al frente de un organismo de la Santa Sede a una madre de familia. Según señala en entrevista con Alfa y Omega, los ancianos son «un milagro de amor y resiliencia» cuya condición, vista a través de los ojos de la fe «puede ser el inicio de algo» y no el fin.

¿Por qué el Vaticano ha decidido organizar un congreso pastoral para los ancianos?
Estamos viviendo una transformación demográfica en el mundo. Se prevé que el 2100 el 61 % de la población mundial tenga más de 61 años. Esto tiene un impacto enorme desde el punto de vista social y cultural. Para la Iglesia es una llamada a reflexionar y a actuar ante a las implicaciones espirituales y pastorales ante esta revolución de la longevidad.

El congreso se titula La riqueza de los años. ¿Dónde se pone el acento?
El pasar de los años es un tesoro precioso que toda persona acumula con la experiencia de la vida. Es necesario comenzar a descubrir y reconocer este valor que, en la sociedad de hoy, inmersa en la cultura del descarte, es totalmente desconocido. La vida humana es un don siempre.

En el congreso hay más de 500 participantes que provienen de 60 países distintos. ¿Qué podemos aprender de otras diócesis no occidentales donde los ancianos son venerados?
Las dificultades existen incluso en países como Brasil o en el continente africano, donde la presencia de los ancianos es considerada un valor. Quizá no son problemas ligados a la cultura del descarte, pero sí a la asistencia. Lo que pretende poner en marcha este congreso es una revolución para que todas las iglesias locales se den cuenta de que los ancianos son el presente y el mañana de los católicos.

¿Qué puede hacer la Iglesia para que los ancianos sean los protagonistas?
Creo que la clave está en ver que es la Iglesia la que los necesita y no al revés. Su experiencia de vida y su experiencia de Dios son una roca fuerte que ayuda a la transmisión de la fe en la familia. Ser anciano es un milagro de amor y resiliencia. Esta condición, vista a través de los ojos de la fe, puede ser el inicio de algo y no el fin. Hay que valorar su presencia como apóstoles en la Iglesia. Son un instrumento precioso para la evangelización. Además, tienen un valor fundamental como animadores de las parroquias, pero también como voluntarios. Son agentes pastorales extraordinarios con los enfermos, con otros ancianos y en su papel de apoyo a la infancia.