El sinhogarismo también es que la DANA inunde de agua tu casa - Alfa y Omega

El sinhogarismo también es que la DANA inunde de agua tu casa

Cáritas celebra esta semana la campaña de Personas Sin Hogar 2023 con la mirada en quienes tienen techo pero viven en condiciones infrahumanas. Como los de Las Sabinas, en Móstoles

Begoña Aragoneses
El obispo de Getafe en el barracón donde se celebraban antes las Misas. Foto: Begoña Aragoneses.

«Mamá, que viene el río…». El niño de Saray tiene con esto, según su madre, «un trauma en la cabeza», y más desde la DANA de comienzos de septiembre, cuando su casa se cubrió de agua hasta casi el metro de altura. Saray, su marido y su hijo son unos de los cerca de 1.000 censados que hay en el poblado chabolista de Las Sabinas, en pleno Móstoles, aunque Cáritas Diocesana de Getafe cree que pueden ser muchos más los moradores reales. Visitamos la casa de Saray el día en que Madrid registra la lluvia más copiosa en su historia. «Estoy muerta de miedo», asegura la joven. Y con la cercanía del invierno, lo peor está por llegar. Lo sabe bien tras diez años viviendo allí, desde que se casó. «Por la ley gitana», puntualiza, y mira de reojo, sonrisa a medias, a Fernando Ramírez, el párroco del poblado, que también nos acompaña. Las Sabinas ha vuelto a llenarse de agua y barro y los vecinos temen una nueva crecida del río Guadarrama, que discurre partiendo el asentamiento en dos: a un lado, las calles aún conservan algo de asfalto y las viviendas son más sólidas; al otro, es todo tierra y las casas, chabolas. Lo que le pasó a Saray es que el desagüe de su inodoro va directo al río, de modo que cuando diluvia sube el nivel y «me rebota» dentro.

Parte de las viviendas de Las Sabinas están, como esta, junto al río Guadarrama. Un riesgo cuando hay crecidas. Foto: Begoña Aragoneses.

También se desborda cuando en él se acumula basura. Los procesos de realojos de familias de Las Sabinas —al igual que sucede en otros asentamientos como la Cañada Real— implican el derrumbe de las viviendas pero no la retirada de los escombros. Lo hacen para que no vuelvan a construir, pero hay familias que se instalan entre los restos de las casas derruidas. Lo cuenta Noelia Fernández, responsable de Acción Social de Cáritas Diocesana de Getafe, quien asegura que «para las mujeres de Las Sabinas, tener un hogar supondría abrir un grifo y bañar a sus hijos sin garrafas de agua», o «no vivir rodeadas de escombros y basuras». La presencia de la entidad de la Iglesia en Las Sabinas es, fundamentalmente, «acompañar, estar, escuchar». Su proyecto Senderos nació hace más de 30 años para acompañar el desarrollo de la mujer gitana y, en los últimos años, se ha ampliado a la nueva realidad del poblado, la de las marroquíes, muchas de ellas madres solas con sus niños, abandonadas por sus maridos.

«Ahora, gracias a Dios y a Cáritas, mi hija mayor tiene una cama donde duerme ella sola y la bebé su cuna».
Joselyn
Beneficiaria de Cáritas

En este contexto, y en el corazón de Las Sabinas, quiso Cáritas Getafe presentar su campaña de Personas sin Hogar 2023, que este año se celebra con el lema Comparte tu red. El acto contó con la presencia del obispo de la diócesis, Ginés García Beltrán, y se llevó a cabo en el corazón del poblado. Era una forma de visibilizar in situ el sinhogarismo, que no solo afecta a las personas en situación de calle —39.487 atendidas en 2022 por todas las Cáritas diocesanas—, sino a quienes «viven en chabolas, en coches, en situaciones infrahumanas», apuntó el obispo. Qué «dolor», continuó, «ver a personas hacinadas en pisos». Este fue el caso de Joselyn, una joven peruana que llegó hace un año y medio a España con una niña de 6 años y embarazada de su segunda hija. Durmiendo en una habitación con otras dos chicas, en una casa donde había al menos diez personas viviendo, le exigieron 50 euros más al mes por la cuna de su bebé. Ahora, la joven vive en un piso de Cáritas para familias monoparentales, está haciendo un curso de ayudante de almacén y sueña con trabajar. «Ojalá algún día pueda agradecer un poco todo lo que están haciendo». Como afirmó el obispo, «el hogar es un don y todos merecemos tener un don».

Saray enseña en su móvil una fotografía de su salón inundado tras el paso de la DANA, en septiembre. Foto: Begoña Aragoneses.

Joselyn posa para la foto ante un cuadro de la Virgen en la capilla de la Paloma, donde tuvo lugar la presentación de la campaña, que fue construida en 1994. Allí, convocada a toque de campana de forma manual, como antes, hay Misa los domingos a las 10:45 horas, «venga gente o no», asegura el párroco. «La labor pastoral es muy difícil» —los gitanos son evangélicos y los marroquíes, musulmanes—, pero Ramírez no desiste y hace con ellos talleres, además de la atención social. El «papa de Cáritas», le llamó un día una vecina. «Qué bonito que me reconozcan por la caridad».