El silencio de sor Bonifacia - Alfa y Omega

En su itinerario personal, Bonifacia pronto se encontró con Jesús y, con decisión, se adhirió a Él con todas sus consecuencias y de modo permanente, aceptando asumir como Él el sufrimiento. Para lo cual, le servía de mucha ayuda su experiencia de oración ante el Crucificado, de tal manera que «considerábase dichosa de imitar el silencio de Jesús en la Pasión, y su caridad en perdonar a los que lo crucificaron». Comprendió su vida como un seguimiento a Cristo hasta compartir su dimensión de sufrimiento. Lo cual lo experimentó en la marginación, el desprestigio y la soleda, frente a lo cual no se defendió, sino que su sola respuesta fue el silencio. Así, la vida de Bonifacia estuvo marcada, como la de Jesús el Siervo, por el signo de la cruz, vivida en la humildad y la caridad.

Sobresalió Bonifacia en su experiencia religiosa por su silencio, de modo que no ha dejado nada descrito sobre su propia vivencia espiritual en sus escasos escritos. En el silencio, encontrará una Presencia, ya que por el silencio alcanzará la verdad sobre Dios y sobre su persona. En el silencio, ella descubre un rasgo peculiar de la experiencia de Jesús en Nazaret, que de modo oculto y silencioso Cristo pasó gran parte de su vida.

Reconoce Bonifacia, en la experiencia de la Sagrada Familia en Nazaret, el silencio como una nota destacada, de modo que su silencio era una actitud interior que la caracterizaba. Así, Bonifacia sustenta su silencio en la experiencia de Jesús, que se mantuvo sin proferir palabras en medio de las afrentas que recibió. Así se esfuerza por mantenerse en silencio y no mostrar una valoración negativa de las personas; de igual modo, procura que su silencio no sea sólo de palabras, sino también interior: el silencio que guarda el alma. Por medio del silencio se abre a la acogida receptiva de los otros, así como a la compasión. Además, desde el silencio, Bonifacia se abrirá a la escucha de la Palabra de Dios, en donde alcanza un conocimiento del Señor y una llamada a la vida en santidad. Por eso, manteniéndose en el silencio, Bonifacia alcanzará el anhelo de ejercitar la caridad en bien de todos, viviendo desde el servicio.

Gregorio Martínez Sacristán,
obispo de Zamora