El seminarista chino en España que cumple «el sueño de Dios» - Alfa y Omega

El seminarista chino en España que cumple «el sueño de Dios»

Xiaolong Wang es un seminarista de la archidiócesis de Pekín que lleva dos años estudiando en el seminario Bidasoa de Pamplona gracias a la Fundación CARF. «Ser sacerdote en China es muy difícil, pero no tengo miedo», afirma

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Xiaolong Wang durante una liturgia en el Bidasoa
Xiaolong Wang durante una liturgia en el Bidasoa. Foto: CARF.

Tiene 24 años y ya desde niño Dios le hizo ver su vocación al sacerdocio. El 19 de marzo, día de san José, Xiaolong Wang recibió la admisión a las sagradas órdenes menores en el seminario Bidasoa, en Pamplona, gracias a la ayuda de la Fundación CARF.

A las puertas de la celebración de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones Nativas, la institución da a conocer el testimonio de Wang, a quien todos en España llaman Felipe. Procedente de Liuhe, un pueblo situado al norte de China con un porcentaje muy alto de cristianos, en esa zona la situación para los católicos es fácil, porque en otros lugares del país, como en el sur, todavía hay muchas cosas que mejorar para la práctica de la religión católica y de los que creen en Dios, a pesar del acercamiento de los últimos años entre el Vaticano y el Gobierno de la República Popular China.

«En China los católicos hemos sufrido mucho. En estos últimos años la relación va mejorando, pero queda mucho por hacer. El Papa Francisco está propiciando un mayor acercamiento, pero el Gobierno chino pone sus pegas. Algunas diócesis del sur de China no tienen obispo y hay muy pocos sacerdotes, y todavía existen prohibiciones», comenta Felipe.

Este seminarista chino ha tenido la gran suerte de pertenecer a una archidiócesis con un gran número de católicos. No obstante, es consciente de que, para evangelizar, antes hay que interiorizar las costumbres de la cultura de China, de las tradiciones particulares de cada provincia y sortear las peculiaridades de la actual China comunista.

Los católicos en China constituyen el 0,46 % de la población, los protestantes el 2,06 %, los musulmanes el 0,50 % y los budistas el 8,96 %. Los bautizados oscilan cada año entre 40.000 y 50.000 fieles, mientras que 48 diáconos fueron ordenados sacerdotes en 2019. Existe un total de 78 obispos en activo, 4.950 sacerdotes, doce seminarios, 470 seminaristas, 4.360 religiosas y unas 6.000 iglesias y capillas.

Tanto él como sus dos hermanos fueron educados en la fe católica. A los 6 años, ya percibió en su interior su vocación: «Recuerdo un día que asistí a Misa con mi mamá. Me sentí con mucha paz interior, y desde aquel día quise ser sacerdote. Siempre ha sido el sueño de Dios y el mío».

Así, un año más tarde, antes de cumplir los ocho años, comenzó a servir en el altar ayudando al cura de su parroquia. Sin embargo, en la adolescencia empezó a plantearse otra forma de vida como profesor de música, una pasión que le encanta, pero esta incertidumbre le duró poco tiempo. Otro hecho le marcó para siempre en su vocación: «Asistí y ayudé como acólito en la primera Misa de un sacerdote joven en la parroquia de mi pueblo. Aquello me impactó. Entonces me di cuenta de que tenía que continuar con mi sueño, y entré en el seminario menor a los 16 años».

En su opinión, la llave de la evangelización en China es el buen ejemplo de los sacerdotes. «Lo primero la oración a Dios. Después, el ejemplo de los presbíteros, acompañar a los fieles y apoyarles. También la adoración ante el Santísimo y el santo Rosario son dos prácticas imprescindibles para conseguir la conversión de mi país», afirma.

Junto a ello, Felipe admira enormemente a los mártires que han sembrado la semilla de la evangelización en China. «Sé que ser sacerdote en China es muy difícil, pero no tengo miedo. Dios me dará la gracia y el Espíritu Santo guiará a los fieles de mi país», expresa mientras, enviado por su obispo, se prepara para ser un buen sacerdote en las Facultades de Estudios Eclesiásticos de la Universidad de Navarra, donde recibe una formación integral.

Sobre su experiencia en España, reconoce que el primer año fue duro por no saber absolutamente nada del idioma, pero gracias a los formadores y al rector, junto con los compañeros y los profesores, eso ya no es un obstáculo. «La formación de Bidasoa es muy buena y la liturgia es impresionante. Ahora soy el organista del seminario y estoy muy contento», sonríe. También está disfrutando de los viajes por España: Torreciudad, Almería, Zaragoza, la Javierada… «Recen por mí como yo lo hago por todos los benefactores de la Fundación CARF, para que Dios, el Señor, siga suscitando más vocaciones a la vida sacerdotal, sobre todo en China», concluye.