El secreto de Jane Austen: conócete, edúcate, crece - Alfa y Omega

El secreto de Jane Austen: conócete, edúcate, crece

Lo que comparten las protagonistas de las novelas de Austen no son los lujosos bailes o el ansia por casarse, sino que «se exigen un comportamiento correcto» que las ayuda a madurar

María Martínez López
Fotograma de la miniserie Orgullo y prejuicio, de 1995

Mientras Napoleón transformaba Europa, una mujer inglesa escribió una novela sobre un hombre que mejora sus modales y una joven que, después de haberlo rechazado, se casa con él. La escritora es Jane Austen (1775-1817), la novela es Orgullo y prejuicio y, sin tener la relevancia histórica de Napoleón, ambas siguen despertando interés.

Obras de Austen como Sentido y sensibilidad, La abadía de Northanger, o Persuasión son consideradas por muchos —a modo de crítica o de alabanza— novelas costumbristas y románticas, protagonizadas por jóvenes que sueñan con el matrimonio. Esta afirmación debe mucho a las adaptaciones cinematográficas, pero está lejos de la realidad. Eso es, al menos, lo que ha subrayado un congreso organizado en febrero por la Universidad CEU San Pablo para preparar el bicentenario de su muerte, en 2017. El encuentro ha contado con la presencia de expertos internacionales en Literatura como Richard Jenkins (Universidad de Oxford), Nicola Bradbury (Universidad de Reading), Inger Enkvist (Universidad de Lund, Suecia), o también Mila Cahué, psicóloga y experta en Austen.

¿«…y comieron perdices»?

En los libros de Jane Austen, el matrimonio no se resume en un «y comieron perdices». Es, sobre todo, «un nuevo inicio» para el que los cónyuges se han preparado a lo largo de todo el libro. Es la tesis del sacerdote José Miguel Granados, profesor de la Universidad San Dámaso, que dedica el primer capítulo de su libro Mujer, ayúdame a amar (EDICEP) al amor esponsal y las virtudes en los libros de Austen. Granados explica a este semanario que la escritora inglesa «deplora y critica el matrimonio como negocio», pero tampoco «exalta la pasión romántica». «Ella quiere un matrimonio con una totalidad de entrega de la persona. Un matrimonio de amor y por amor, y no con un amor meramente romántico sino que incluya a la totalidad de la persona y sus valores». Por eso, hay que aprender a amar. «En el matrimonio no basta ir al altar y decir “Te querré para siempre”. Decir eso requiere una persona madura, virtuosa, capaz de que ese compromiso se sostenga sobre un fundamento adecuado».

Iniciadora de la novela realista

Cahué comienza a desmontar prejuicios al afirmar que Austen no es una escritora romántica, sino «la creadora de la nueva novela realista inglesa». Dentro del estrecho escenario en el que se mueven sus personajes —la vida doméstica de la aristocracia y la clase media rural de hace dos siglos— sus obras traslucen, por ejemplo, «la situación denigrante de la mujer», cuya «única salida honrosa para sobrevivir era el matrimonio».

Para Cahué, que la escritora siga teniendo éxito en un mundo tan alejado de ese, se debe a «la genialidad con la que describe la conducta humana. Nació dotada con genio para la observación y la literatura, y creció en un contexto adecuado» para desarrollarlo. Su padre, además de clérigo anglicano, era pedagogo, «y educaba en su casa a niños de familias pudientes».

Retrato de Jane Austen realizado por su hermana, Cassandra. Foto: National Portrait Gallery

Una psicóloga de 25 años

La joven Jane «estudió dos años en un internado», y siguió formándose en casa. Para ello, tenía a su disposición la amplia biblioteca de su padre. Además, en casa «se leía en alto, se hacían representaciones, y sus hermanos mayores habían fundado una revista». Así, una mujer de 25 años llegó a ser capaz de analizar «y describir de forma magistral las emociones», cuando la ciencia «todavía estaba muy lejos» de lograrlo.

Sus novelas, dentro de una larga tradición literaria de Occidente, son un completo estudio de las virtudes y los vicios. Inger Enkvist explica que «todos los tipos humanos —egoístas, superficiales, tontos, inteligentes, cobardes…— están en su obra. Y la seguimos leyendo porque su observación del comportamiento de la gente ha alcanzado algo universal. Nos reímos de lo mismo, criticamos lo mismo».

¿Sabía que…

• …Jane Austen innovó la técnica literaria de su tiempo? En una época en la que los libros solían llevar el nombre de sus protagonistas, ella se atrevió a usar juegos de palabras. También introdujo novedades en el uso del narrador, como el estilo libre indirecto, que transmite lo que dice un personaje matizado por el punto de vista del autor.

• …además de su padre, también tuvo dos hermanos clérigos, y ella fue una cristiana comprometida? A diferencia de sus seis hermanos varones, su hermana, Cassandra, y ella nunca se casaron.

• …el príncipe regente, Jorge IV, era un gran admirador de Austen? Su bibliotecario sugirió a la escritora que le dedicara Emma, y posteriormente le dijo que podría escribir novelas sobre temas más importantes. Ella respondió que no podía apartarse de «su camino», hablar del mundo que conocía.

• …uno de los primeros admiradores de Jane Austen en España fue Miguel de Unamuno? En 1914 escribió en el diario argentino La Nación que sus libros «son verdaderas novelas, novelas para siempre, de sentimientos y costumbres de hace mil años, de ahora, y de dentro de otros mil».

La fuerza de Fanny

Sin embargo, para Enkvist, Austen va más allá: el denominador común fundamental de sus obras es que «lo esencial para una buena convivencia son las pautas éticas». Sus protagonistas «son responsables de sus actos. Se exigen a sí mismos un comportamiento ético». Ejemplo de ello es la atípica protagonista de Mansfield Park. Fanny Price es una muchacha pobre, muy tímida y miedosa, que «se enfrenta con una fortaleza espiritual y moral inesperada a una presión muy fuerte» para que se case con un hombre rico y muy atractivo, pero sin ética.

¿De dónde sale esta fuerza? Según Enkvist, Austen presenta tres claves para actuar éticamente. «Ella propone que las mujeres deben ser inteligentes», formarse y leer. «Sin un análisis inteligente de la situación uno puede equivocarse, aun con buenas intenciones». En segundo lugar, esa inteligencia debe aplicar unos principios éticos; y, por último, reivindica los buenos modales como muestra de respeto a los demás.

La experta sueca también cree que Austen resulta muy actual porque el romanticismo que sus novelas critican se ha reencarnado en gran medida en el posmodernismo actual, que «privilegia el sentimiento, la emoción, en vez de la sensatez» y la ética. Así, no es difícil pensar que en nuestros días puede haber algún John Willoughby, capaz de seducir, dejar embarazada y abandonar a una muchacha de 15 años, y alguna Marianne que, de forma imprudente, se enamore locamente de él sin sospechar nada.

Austen «podría haber sido una gran ensayista», pero acertó optando por la novela. El todo armonioso que forman sus ideas, su perspicacia sobre el obrar humano, su agudeza y su sentido del humor produce un placer estético que transmite sus ideas mejor que ningún tratado.

Fotograma de Sentido y sensibilidad (1995), de Ang Lee

Darcy, Lizzy, y la asertividad

Todo esto se refleja en una escena clave de Orgullo y prejuicio: la primera declaración del señor Darcy a Elizabeth (Lizzy) Bennet, cuando ella lo rechaza porque desaprueba algunas acciones suyas. Esta conversación contiene, según la psicóloga, «todo lo que damos hoy en los cursos de asertividad y gestión de las emociones». Podemos aprender mucho de ella para las relaciones y los medios de comunicación actuales, donde «se insulta y se ofende muy fácilmente», pensando que eso no tiene consecuencias.

Darcy comprende que ha actuado mal, y «su forma de pedir perdón es corregir» sus errores, ayudando a la familia de Elizabeth sin exigir nada a cambio. Eso hace posible que se salve la relación. «Una de las grandes lecciones que nos da es que no pasa nada por equivocarse. La grandeza está en corregir los errores de forma elegante. Que dos personas se ajusten para formar una relación bonita, cómplice, exige mucho trabajo para crecer cada uno. Esa es la apuesta de Jane Austen: conócete, edúcate» y crece.

Jane Austen en la pantalla grande… y en la pequeña

Jane Austen es una de las novelistas más adaptadas al cine y a la televisión, con versiones fieles, menos fieles, y libérrimas –mañana se estrena Orgullo, prejuicio y zombis–. Los argumentos de sus novelas suelen tener buena acogida, y los productores ven en la ambientación de época una oportunidad de lucimiento. La moderna interpretación feminista de sus obras ha favorecido esta moda, a menudo desde una perspectiva más actual que coetánea a Austen. Y además, permite el lucimiento de famosas estrellas femeninas jóvenes.

En general, las miniseries televisivas priman la fidelidad a los diálogos y situaciones. Estas producciones son más baratas, pues el peso está en los parlamentos de los actores. Las películas con frecuencia modifican las situaciones para dar más visibilidad a la producción: mansiones, carruajes, coreografías… Es como si las películas quisieran agradar sobre todo al público, y las series buscaran agradar a la propia Jane Austen.

La que se suele considerar la mejor adaptación es la miniserie de Orgullo y prejuicio de la BBC y A&E dirigida por Simon Langton, con Jennifer Ehle y Colin Firth. No recurre al esplendor magnificado de Hollywood, sino que ofrece unos decorados y vestuarios mucho más realistas, seguramente más documentados, y que no se imponen a la sobriedad del texto. Los personajes son muy pegados al libro; y las actrices no son estrellas, sino chicas normales.

Juan Orellana