El Santo Padre pide a los obispos y curas no olvidar «las exigencias evangélicas de nuestra vocación» - Alfa y Omega

El Santo Padre pide a los obispos y curas no olvidar «las exigencias evangélicas de nuestra vocación»

Al visitar la tumba de san Charbel, el Papa ha pedido paz para Oriente Próximo, coherencia a los cristianos y la conversión de todos los corazones

José Calderero de Aldecoa
El Papa ante la tumba de san Charbel.
El Papa ante la tumba de san Charbel. Foto: Vatican Media.

Ante la tumba de san Charbel, el ermitaño que «no escribió nada, que vivió oculto y silente, pero cuya fama se extendió por todo el mundo», el Papa ha pedido «oración a quienes viven sin Dios», «silencio a quienes habitan en medio del bullicio», «modestia a quienes viven para aparentar y la pobreza a quienes buscan las riquezas».

Son todo enseñanzas del santo por excelencia del Líbano. «Comportamientos a contracorriente», los ha definido León XIV, que «precisamente por eso nos atraen, como el agua fresca y pura atrae a quien camina por el desierto».

El mensaje, «su coherencia, tan radical como humilde, es un mensaje para todos los cristianos», pero es especialmente significativo, según el Pontífice, para «nosotros, obispos y ministros ordenados», ya que el san Charbel «nos recuerda las exigencias evangélicas de nuestra vocación».

El Papa durante la lectura de su discurso. Foto: Vatican Media.

Intercesión por los fieles y la Iglesia

Durante su alocución, el Santo Padre también ha destacado como el santo «nunca dejó de interceder por nosotros ante el Padre celestial, fuente de todo bien y de toda gracia». Por eso, cuando todavía estaba vivo, «muchos acudía a él para recibir del Señor consuelo, perdón y consejo». Y tras su muerte, «todo esto se multiplicó y se ha convertido en un río de misericordia». Así, cada día 22 del mes, miles de peregrinos acuden ante su tumba, situada en el monasterio de San Maroun, en Annaya, desde diferentes países para pasar un día de oración y descanso del alma y del cuerpo.

En esta jornada, esa visita es la de León XIV, que ha encomendado a la intercesión de san Charbel las necesidades de la Iglesia, del Líbano y del mundo. «Para la Iglesia pedimos comunión, unidad; empezando por las familias, pequeñas iglesias domésticas, y luego en las comunidades parroquiales y diocesanas; y también para la Iglesia universal. Comunión, unidad. Y para el mundo pedimos paz. Especialmente la imploramos para el Líbano y para todo Oriente Próximo». En este sentido, se ha alineado con los santos, que «nos recuerdas que no hay paz sin conversión de los corazones». Por eso, «que san Charbel nos ayude a orientarnos hacia Dios y a pedir el don de la conversión para todos nosotros», ha rogado.

El Pontífice saludando a la gente que se ha congregado para verle. Foto: Vatican Media.

Luz para el Líbano

Por último, el Papa se ha referido a la lámpara que ha traído como regalo «como símbolo de la luz que Dios ha encendido aquí» por medio del santo. «Al ofrecerla, encomiendo a la protección de san Charbel al Líbano y a su pueblo, para que caminen siempre en la luz de Cristo. Gracias a Dios por el don de san Chárbel. Gracias a ustedes que conservan su memoria. ¡Caminen en la luz del Señor!».

Al comienzo de su discurso, el Pontífice ha destacado también «la naturaleza que rodea esta casa de oración nos atrae también con su austera belleza». Y ha añadido: «Doy gracias a Dios por haberme concedido venir como peregrino a la tumba de san Charbel. Mis predecesores —especialmente san Pablo VI, que lo beatificó y canonizó— lo habrían deseado mucho».