El primer incunable español fue un encargo episcopal - Alfa y Omega

El primer incunable español fue un encargo episcopal

La Biblioteca Nacional acoge la exposición Incunabula. 550 años de la llegada a España de la imprenta, que podrá verse hasta el 23 de julio. En la muestra se exhibe el primer libro impreso en España, el Sinodal de Aguilafuente, un encargo del obispo de Segovia Juan Arias, y piezas como el primer volumen con grabados o con notas musicales

Ricardo Ruiz de la Serna
‘Viaje a la Tierra Santa’. INC/727. Foto: Biblioteca Nacional de España.

La Biblioteca Nacional de España acoge la exposición Incunabula. 550 años de la llegada a España de la imprenta. Comisariada por María José Rucio, jefa de Servicio de Manuscritos e Incunables de la BNE, y Fermín de los Reyes, profesor en la Facultad de Ciencias de la Documentación, puede visitarse desde el 21 de abril hasta el 23 de julio de 2022. Dejen lo que estén haciendo y corran a ver esta delicadísima exposición. Bueno, no corran mucho. En esta sala que acoge incunables bellísimos, tipografías elegantes, textos en hebreo y latín, mapas y anatomías, no se puede andar a las carreras. Hay que venir como exigen las líneas rectas, las letras miniadas y el color del papel viejo de siglos. Aquí reina el silencio de las bibliotecas, pero el visitante debe imaginarse una imprenta del siglo XV funcionando a todo lo que daba la máquina, que pueden admirar, por cierto, a la entrada. No dejen de coger el folleto que, con forma de pliego, brinda mucha información erudita y divulgativa sobre este invento que cambió la historia del mundo.

Se trata de incunables, libros impresos elaborados con caracteres móviles metálicos en el siglo XV, es decir, desde la invención de la imprenta hasta el 31 de diciembre del año del Señor de 1500. Son, pues, las primeras hojas y los primeros volúmenes impresos en Europa y, ampliando un poco más el periodo, en América. Se elaboraban con papel de buena calidad, con filigrana o en pergamino. Estos libros tienen más de cinco siglos. Son contemporáneos de Alfonso de Palencia, de Alonso Ortiz y de Erasmo de Róterdam.

Todos los bibliófilos y bibliómanos deberíamos acudir a esta sala para rendir homenaje a Juan Arias Dávila, obispo y humanista, que trajo a Segovia al alemán Juan Párix, natural de Heidelberg, y le encargó la impresión del Sinodal de Aguilafuente (1472), que pueden ustedes admirar en la BNE. Es el primer libro impreso en España, así que saluden solemnes a sus páginas. Segovia fue la primera, pero después siguieron Barcelona (1473), Valencia (1473/1474) y Zaragoza (1475). La imprenta se fue extendiendo por toda España y, de aquí, pasó a América. En el pequeño libro Incunable. La imprenta llega a España, escrito por Fermín de los Reyes Gómez, aprendemos más de este proceso: «Los talleres más estables se localizan en grandes centros universitarios y eclesiásticos (Sevilla, Salamanca, Barcelona, Zaragoza, Valencia)» y en monasterios como el de Nuestra Señora del Prado de Valladolid y San Pedro Mártir de Toledo.

Aquí pueden ver ejemplares deslumbrantes como la Biblia pauperum (c. 1440-1450), además del incunable más antiguo conservado en la BNE, el Catholicon, de Johannes Balbus, impreso en 1460 en Maguncia y atribuido a Gutenberg. Deténganse ante el Fasciculum temporum (Sevilla, 1480), primer libro español con grabados, o el mapa del mundo de la Cosmographia de Pomponio Mela (Salamanca, 1498). Recréense en las bellísimas tipografías de los libros: la redonda o romana, la gótica, la hebrea y los caracteres musicales como los del Lux bella seu Artis cantus (Sevilla, 1492), primer libro impreso con notación musical. No faltan ni un Viaje a la Tierra Santa ni un tratado de ajedrez.

Desde las Glosas Silenses y las Glosas Emilianenses hasta la Biblia cisneriana pasando por el sinodal segoviano que aquí se exhiben, la historia de la cultura española –y, en particular, su humanismo– está estrechamente ligada a la Iglesia y a sus obras. No crean la leyenda negra de una España oscura y sumida en la irracionalidad y la superstición. El humanismo español tiene una tradición deslumbrante que encontramos aquí representada. Si las glosas nos remiten a un romance balbuceante que ya no es latín, el sinodal deja constancia de la vida de Iglesia en España al tiempo que inaugura una nueva época en nuestras letras y nuestras artes.

Es una exposición preciosa.