El presidente de los obispos de EE. UU. celebra Misa con un grupo de menas
Dios «nos conoce y nos quiere personalmente» a cada uno como «sus hijos preferidos», dijo a los menores inmigrantes acogidos temporalmente en un centro de convenciones de Los Ángeles
«Nunca estamos solos. Dios está siempre con nosotros». Las palabras del arzobispo de Los Ángeles, José H. Gómez, en la homilía del domingo adquieren más relevancia cuando se sabe a quién iban dirigidas: a menores inmigrantes no acompañados llegados al país en las últimas semanas. El también presidente de la Conferencia Episcopal Estadounidense celebró la Misa con algunos de estos menores, acogidos temporalmente en la sala de exposiciones del centro de convenciones de Long Beach.
Este es uno de los lugares habilitados por el Departamento de Sanidad y Servicios Humanos para alojar a los niños que cruzan solos la frontera; un fenómeno que ha visto un aumento importante en los últimos meses. Están en estos albergues improvisados hasta que se los puede reunir con algún pariente o conocido en el país que se haga cargo de ellos.
Desde que los primeros menores llegaron a Long Beach el 22 de abril, 600 ya han han dado este paso, mientras que 150 todavía permanecen allí. La archidiócesis de Los Ángeles intentó desde el principio que le concedieran permiso para que un grupo de sacerdotes celebrara la Eucaristía cada fin de semana tanto en este centro como en el Pomona Fairplex.
«Hijos preferidos» de Dios
«Somos muy importantes para Dios», subrayó el arzobispo dirigiéndose a estos muchachos, la mayoría centroamericanos. Él «nos conoce y nos quiere personalmente» a cada uno como «sus hijos preferidos». «Nos ha dado el regalo de la vida y quiere que seamos felices». Además, «está siempre con nosotros, en los tiempos buenos y bonitos y en los difíciles, cuando estamos contentos o cuando tenemos una tristeza».
Por eso, Gómez les pidió que confíen en que el Señor tiene un plan para sus vidas, «aunque a veces tengamos situaciones difíciles». «¡Acudid siempre a Él!», les exhortó. Porque «siempre nos ayudará en nuestras necesidades».
En sus palabras, pronunciadas en español, el arzobispo de Los Ángeles les recordó también que «la Iglesia es la familia de Dios y que todos nosotros somos parte» de ella. Una familia en la que «nos sentimos siempre acompañados y apoyados en todas nuestras necesidades». Durante la celebración, el presidente del episcopado bendijo unos rosarios, que luego entregó a los menores. «Yo siempre lo llevo conmigo», les dijo; «y lo rezo todos los días. Me ha servido siempre mucho, por lo que se los recomiendo a ustedes».