El Pontífice se suma a la conclusión del mes de la Virgen
«Bajo el manto maternal de María», los católicos somos «un solo pueblo en camino», ha afirmado en la Gruta de Lourdes de los Jardines Vaticanos
El Papa León XIV ha participado en la noche de este sábado en la conclusión del mes de mayo, dedicado a la Virgen María. La vigilia, presidida por el cardenal Mauro Gambetti, vicario general para la Ciudad del Vaticano y arcipreste de la basílica de San Pedro, ha consistido en el rezo del rosario en una procesión con antorchas. Ha comenzado en la iglesia de San Esteban de los Abisinios (detrás de la basílica vaticana) y ha finalizado en la Gruta de Lourdes de los Jardines Vaticanos, tras una procesión con antorchas.
El Santo Padre se ha sumado a los momentos finales y ha dirigido a los fieles unas palabras sobre la dimensión comunitaria de la fe, enmarcada este año en el Jubileo 2025. «Nos hemos reunido bajo el manto maternal de María, como un solo pueblo en camino», ha afirmado el Pontífice. En este sentido, ha destacado la importancia de la oración compartida como un signo de una Iglesia viva y peregrina, informa Vatican News.
El Pontífice ha citado a san Juan Pablo II al recordar que el rosario es una oración de «fisonomía mariana y corazón cristológico», que resume en sí toda la profundidad del mensaje del Evangelio. El Santo Padre ha alentado a los fieles a mirar la vida como un itinerario de fe, un camino que, al igual que el realizado esa noche, debe estar guiado por la alabanza, la esperanza y la obediencia a Dios. «Pidamos al Señor la gracia de alabarlo cada día, “con la vida y con la lengua, con el corazón y con los labios, con la voz y con la conducta”, como nos enseñó san Agustín», ha exhortado. Ha invitado asimismo a evitar las incoherencias y a que «la lengua esté en armonía con la vida, y los labios con la conciencia».
Casi al final de sus palabras, el Santo Padre ha expresado su reconocimiento especial a las Hermanas Benedictinas del monasterio Mater Ecclesiae, cuya oración silenciosa y constante «sostiene la vida de la Iglesia universal». Y ha concluido deseando «que la alegría de este momento crezca en nosotros y nos impulse a servir con fidelidad».