El pilar de la Iglesia
Este domingo, la Iglesia universal celebra el Día del Papa, con la novedad de que es el primero que se celebra en el pontificado del Papa Francisco. Todos somos llamados a rezar por el Papa y por sus intenciones, y a colaborar en la colecta de la Misa a favor del Óbolo de San Pedro
El Papa mantiene unida a toda la Iglesia
El Día del Papa es el día para el recuerdo de esas dos columnas de la Iglesia, Pedro y Pablo. Pedro es el primero de los Doce, cabeza del Colegio apostólico y el primer obispo de Roma. Pablo no perteneció estrictamente al Colegio de los Doce, aunque fue un apóstol como ellos, y supo amar a Cristo y hablar de Él con una pasión y una entrega absolutamente únicas. El peso de la fiesta recae mucho en la figura de San Pedro: en torno a su Iglesia particular de Roma se produce la comunión de todas las Iglesias. El Papa une a todos los obispos, los mantiene unidos y ellos pueden ejercer su ministerio como auténticamente sucesores de los demás apóstoles. Hay que rezar por el Papa, unirse en torno a él; mantengámonos unidos a él.
El Papa, además, necesita que se le ayude para poder cumplir con su misión, necesita apoyo y ayuda económicos para que su ministerio pueda ser realizado. El Óbolo de San Pedro es una ayuda para que el Papa ejerza la caridad de Cristo en el mundo entero. Para esa caridad que el Papa ejerce, merece la pena hacer un pequeño o un gran sacrificio el domingo que viene.
+ Cardenal Rouco Varela
arzobispo de Madrid
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Donde está Pedro, ahí está la Iglesia
Con motivo del Día del Papa, es oportuno recordar que, en la Iglesia católica, el punto de referencia en cuanto al contenido y a la unidad en la fe es siempre el sucesor de Pedro. Recordemos aquellas palabras de Jesús, que siempre siguen siendo actuales y eficaces: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Por esto, el Concilio Vaticano II nos dice que el Papa «es el principio y el fundamento visible de la unidad, tanto de los obispos como de la multitud de los fieles».
San Agustín afirma que, en cierta manera, Pedro «personifica a toda la Iglesia». También resuenan en nuestro espíritu las palabras de san Ambrosio: «Donde está Pedro, allí está la Iglesia». El Beato John Henry Newman —aquel pensador y teólogo anglicano que se convirtió al catolicismo en el año 1842— afirma que «los católicos, al unirse al Papa, descansan en la plenitud católica». Por esto, los cristianos hemos de agradecer a Jesucristo el don que nos ha otorgado con el ministerio de Pedro, hoy nuestro estimado Papa Francisco.
+ Cardenal Martínez Sistach
arzobispo de Barcelona
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Un Papa providencial
La tarea del Papa Francisco está en continuidad con el sabio e iluminador magisterio de Benedicto XVI, que ha guiado a la Iglesia en los últimos ocho años, proclamando la primacía de Dios y la superación del relativismo moral. El Santo Padre aporta también acentos originales. Ahora más que nunca, gracias a los medios de comunicación y a las redes sociales, se está transmitiendo un esperanzador empuje evangelizador, ajeno al restauracionismo paralizante o al progresismo de ruptura. La alegría de su fe en Cristo y su humildad son las únicas armas con que se presenta ante el mundo, para enardecer a la gente ansiosa de Dios y mostrar un rostro atrayente de Iglesia.
El Papa Francisco tiene tras de sí muchas horas de confesionario y de dirección espiritual. Sólo así se explican sus referencias tanto a las virtudes que son necesarias para crecer en la vida cristiana, como a los pecados o defectos a evitar, sin eludir hablar del diablo, el gran antagonista de Dios. Para esta época tan compleja, la divina Providencia ha querido para su Iglesia un nuevo Francisco, que la reconstruya con la misericordia y dulzura de un buen Pastor y con la sabiduría de un director de almas.
+ Juan del Río
arzobispo castrense
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Seamos generosos con el Santo Padre
El Papa es el pilar visible en el que se sostiene la Iglesia y quien discierne qué hay que creer y qué hay que enseñar. Su ministerio de sucesión apostólica supone el establecimiento de unas mediaciones que —aun siendo modélicas por su modestia, por su escaso coste económico, y siempre susceptibles de ser reformadas— necesitan ser mantenidas y funcionar dignamente. Por ello, la colecta por el Óbolo de San Pedro será enviada íntegramente a Su Santidad el Papa Francisco, para ayudarle en el ejercicio de sus obras de caridad y en el sostenimiento de su gobierno pastoral de la Iglesia universal. ¡Seamos generosos con el Santo Padre!
+ Manuel Ureña
arzobispo de Zaragoza
El domingo siguiente a la solemnidad de San Pedro y San Pablo, que este año coincide con el día 30 de junio, la Iglesia celebra el Día del Papa, en el que se ofrece el Óbolo de San Pedro. Se trata de una antiquísima tradición, vinculada a la colecta organizada por el propio san Pablo para socorrer a los pobres de la Iglesia madre de Jerusalén. La colecta de la Misa de este domingo, en todas las iglesias del mundo, se destina a la Iglesia madre de Roma, para sostener la acción caritativa y la misión apostólica de la Santa Sede en todo el mundo.