El pastor - Alfa y Omega

Putao es una localidad de la parte más septentrional del estado birmano de Kachin, a unos 274 kilómetros de la capital estatal, Myitkyina. Los habitantes pertenecen sobre todo a las etnias lisu, rawang y jinghpaw, y la mayoría son cristianos. El 3 de febrero, en las aldeas cercanas de Sumpyi Yang y Lung Sha Yang, estalló la guerra entre el Ejército y la alianza del Ejército Independiente de Kachin (KIA por sus siglas en inglés) y la Fuerza de Defensa del Pueblo local. El fuego de artillería pesada y las bombas obligaron a los vecinos a refugiarse en las montañas en medio de un frío helador. Algunos huyeron a Putao.

El párroco de Putao me cuenta que la autoridad local no permite abrir campos para desplazados internos. Los refugiados se están instalando donde pueden. El Servicio Social de la Misión Católica de Karuna, en Myitkyina, una organización humanitaria de la Iglesia baptista de Kachin y otras iglesias cristianas han intentado enviar ayuda material básica. Pero no es fácil asistirlos, porque no se atreven a estar en grupos y nunca se quedan en el mismo lugar. De forma particular, el párroco y el consejo parroquial les están haciendo llegar productos básicos como arroz, aceite, sal y leña.

«Seguimos buscando maneras de asistirlos», prosigue el sacerdote. Los muchos que aún se esconden en el bosque tienen miedo de regresar a las aldeas, pues les preocupa que vuelvan a producirse enfrentamientos. Si la situación se prolonga, las cosas se complicarán mucho, especialmente para los niños, los ancianos y las mujeres. En esa zona se están produciendo lluvias intensas y la temperatura baja hasta los 4 ºC.

El corazón de este pastor está muy preocupado por sus ovejas, que siguen en estas condiciones en un bosque inseguro. «Hace falta un espíritu heroico para construir la paz, crear justicia e igualdad de oportunidades en Myanmar». Reza para que ese espíritu, junto con un buen corazón, abra el camino a la paz lo antes posible. En tiempos de peligro, los cristianos deben leer esto: «Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor da su vida por las ovejas». El Señor es realmente nuestro pastor. Nos hace recostar en verdes praderas, nos guía por cañadas oscuras y peligrosas. Cómo consuela saber que tenemos un pastor así.