«No podemos mirar para otro lado ante el sufrimiento de los hermanos» - Alfa y Omega

«No podemos mirar para otro lado ante el sufrimiento de los hermanos»

Myanmar, Pekín… el gran mensaje del Papa durante la audiencia, dedicada a la comunión de los santos, ha sido el de la fraternidad

José Calderero de Aldecoa
El Papa durante la audiencia de este miércoles. Foto: Reuters / Guglielmo Mangiapane.

Fraternidad, fraternidad y fraternidad. El Papa ha insistido en este concepto de diferentes formas a lo largo de toda la audiencia general de este miércoles. En la vertiente más religiosa, durante la catequesis, ha hablado de ella a través de la comunión de los santos. «Gracias a Dios formamos un solo cuerpo en el que Jesús es la cabeza y nosotros los miembros», ha explicado Francisco.

De esta forma, «la alegría y el dolor que tocan mi vida concierne a todos». Lo mismo sucede al contrario: «La alegría y el dolor que tocan la vida del hermano me concierne a mí. Todos estamos en comunión, en un cuerpo». Por lo tanto, «también el pecado de una única persona concierne siempre a todos, y el amor de cada persona concierne a todos».

Esta unión no la puede romper ni siquiera la muerte, ha explicado el Pontífice. «De hecho, la comunión de los santos no concierne solo a los hermanos y las hermanas que están junto a mí en este momento histórico, sino también a los que han concluido la peregrinación terrena y han cruzado el umbral de la muerte». De esta forma, «en Cristo nadie puede nunca separarnos verdaderamente de aquellos que amamos; cambia solo la forma de estar junto a ellos, pero nada ni nadie puede romper esta unión».

El umbral de la muerte también lo han cruzado los santos. Ellos «son amigos con los que muy a menudo tejemos relaciones de amistad. Lo que nosotros llamamos devoción es en realidad una forma de expresar el amor a partir precisamente de este vínculo que nos une», ha enseñado el Santo Padre. Y a los amigos, podemos pedirle ayuda. Aunque hay que tener en cuenta, ha puntualizado el Papa, que «no son los santos los que realizan los milagros, sino solamente la gracia de Dios que actúa a través de ellos».

A gritos en la audiencia

Al final de la catequesis, Francisco ha vuelto al concepto de fraternidad, pero más que una reflexión, ha puesto un ejemplo práctico al pedir a todos los fieles que rezaran por una persona que ha interrumpido a gritos la catequesis. «Basta de mascarillas en la Iglesia. Esta no es la Iglesia de Jesucristo… La Iglesia es una, santa, católico y apostólica. Tú no eres el rey», ha desvelado en Twitter el fotógrafo español Daniel Ibáñez.

«Hemos escuchado hace unos minutos a una persona que gritaba y que tenía algún problema físico o espiritual. Un hermano que sufre, recemos por él. No seamos sordos a las necesidades de este hermano», ha contestado Francisco.

Oraciones por Myanmar

Por último, Bergoglio ha abordado la fraternidad desde un punto de vista internacional. Primero ha viajado con sus palabras hasta Myanmar, donde «asistimos con dolor a la violencia que ensangrienta» al país. «Me uno al llamamiento de los obispos birmanos, para que la comunidad internacional se implique en la reconciliación entre las partes implicadas. No podemos mirar para otro lado ante el sufrimiento de tantos hermanas y hermanos. Pidamos a Dios, en la oración, el consuelo para aquella población martirizada y confiémosle los esfuerzos de paz».

Más tarde se ha trasladado hasta Abu Dabi, para recordar que el viernes 4 de febrero se celebrará la II Jornada Internacional de la Fraternidad Humana. «Es motivo de satisfacción que las naciones de todo el mundo se unan en esta celebración, dirigida a promover el diálogo interreligioso e intercultural, como se contempla en el documento sobre la fraternidad humana y por la paz mundial y la convivencia común», ha asegurado.

Fraternidad «quiere decir tender la mano al otro, respetarle y escucharle con corazón abierto. Deseo que se den pasos concretos, junto a los creyentes de otras religiones y a las personas de buena voluntad, para afirmar que hoy es tiempo de fraternidad, evitando alimentar desencuentros, divisiones, cerrazones», ha añadido.

El último lugar al que se ha referido el Santo Padre es Pekín, que acogerá en breve los juegos olímpicos y paralímpicos de invierno. Después de saludar a todos los participantes, ha asegurado que «el deporte, con su lenguaje universal, puede construir puentes de amistad y solidaridad entre personas y pueblos de todas las culturas y religiones».

La medalla más importante, ha concluido, «la ganaremos juntos si el ejemplo de los atletas paralímpicos nos ayuda a todos a superar los prejuicios y temores y a hacer nuestras comunidades más acogedoras e inclusivas».