El cardenal Bo pide que el mundo «no se olvide» de Myanmar

El cardenal Bo pide que el mundo «no se olvide» de Myanmar

El presidente de los obispos de la antigua Birmania denuncia que un año después del golpe de Estado «el conflicto es cada vez más brutal»

María Martínez López
Aniversario del golpe en Myanmar
Refugiados birmanos en el distrito tailandés de Mae Sot, el 15 de enero. Foto: AFP.

Un año después del golpe de Estado en Myanmar, «el conflicto es cada vez más brutal, las atrocidades son cada día más impactantes». Lo ha denunciado el cardenal Charles Maung Bo, presidente de la Conferencia Episcopal de Myanmar, en un mensaje del que se hace eco Fides.

Frente a esto, el también arzobispo de Yangon propone «la vía del diálogo, la vía de la paz y la reconciliación». La violencia «no es la única forma de hacer frente al mal; ni es eficaz, porque genera más violencia». Solo buscando la reconciliación «puede renacer el país».

Con este mismo motivo, en entrevista a Vatican News el cardenal ha subrayado que «hemos exhortado constantemente a la liberación de los detenidos, a una mayor libertad de expresión y al respeto de los derechos fundamentales de todos». Y pide a la comunidad internacional que «no se olvide» de su país. Después «de un período de interés inicial, Myanmar parece haber desaparecido del radar del mundo».

1.507 muertos

Hace un año, el Ejército de la antigua Birmania tomó el poder y depuso al Gobierno de la Liga Nacional para la Democracia, de la líder de facto Aung San Suu Kyi. Consideraban que su aplastante victoria en las elecciones del noviembre anterior era un «fraude».

La oleada de protestas y huelgas empezaron a ser reprimidas con dureza, de forma que a día de hoy 1.507 personas han muerto a manos de los militares y la Policía. Según la Asociación para la Asistencia a Presos Políticos, 8.899 personas han sido detenidas, acusadas o condenadas. «Deben ser liberadas inmediatamente», subraya la principal figura católica del país en su mensaje con motivo del aniversario.

Iglesias atacadas

Con el paso de los meses, los disturbios se convirtieron en un conflicto civil, al surgir en diversas regiones las Fuerzas de Defensa del Pueblo e implicarse otros grupos armados locales en la lucha contra la Junta. «Es urgente detener los combates, poner fin a la violencia y permitir la asistencia humanitaria a los desplazados».

Además, en muchas de estas zonas, habitadas mayoritariamente por minorías étnicas como la kachin, chi, karen y kayah, hay «un gran número de cristianos». Allí «las iglesias han sufrido mucho». Templos que acogían a desplazados han sido atacados, civiles que los atendían asesinados, y sacerdotes detenidos.

Pero no son los únicos que sufren. «Millones de personas pasan hambre», denuncia el también presidente de la Federación de Conferencias Episcopales de Asia. Según datos de la ONU, como consecuencia del conflicto casi la mitad de los 54 millones de habitantes del país vive en pobreza, con 14 de los 15 estados con situaciones de malnutrición aguda y 321.000 desplazados internos más que se suman a los 340.000 ya existentes hace un año. 14,4 millones de personas, incluidos cinco millones de niños, necesitan ayuda humanitaria.

Preocupación por los jóvenes

En este momento, «estamos viviendo una situación de estancamiento. Nuestra comunidad nacional está desintegrada», lamenta el cardenal Bo. Esto le hace prever que «recuperar la confianza y reconstruir nuestras instituciones será una tarea larga y ardua».

Como reflejo de su identidad salesiana, el cardenal Bo también piensa en los jóvenes. «Me preocupa profundamente que esta nación pueda perder a su juventud a causa de la frustración total o el odio o el deseo de venganza». Por ello, comparte que «he apelado directamente a ellos muchas veces, diciéndoles que entiendo su dolor, aunque no esté de acuerdo con sus soluciones».