El Papa recuerda al pequeño Rayan, el niño marroquí que murió en un pozo - Alfa y Omega

El Papa recuerda al pequeño Rayan, el niño marroquí que murió en un pozo

En el Día Internacional de Tolerancia Cero para la Mutilación Genital Femenina Francisco ha denunciado que «esta práctica, por desgracia extendida en distintas zonas del mundo, humilla la dignidad de la mujer y atenta gravemente a su integridad física»

Ángeles Conde Mir
Personas que sostienen una pancarta que dice ‘Día Internacional de Oración y Conciencia contra la Trata de Personas’ durante el rezo del ángelus del Papa Francisco, en la plaza de San Pedro del Vaticano, el 6 de febrero de 2022. Foto: EFE / EPA / Vatican Media.

Tenía mucho que decir y que denunciar el Santo Padre tras el rezo del Ángelus. Y lo primero que ha querido recordar, en este Día Internacional de Tolerancia Cero para la Mutilación Genital Femenina, es que «son casi tres millones las jóvenes que cada año sufren esta intervención, a menudo en condiciones muy peligrosas para su salud. Esta práctica, por desgracia extendida en distintas zonas del mundo, humilla la dignidad de la mujer y atenta gravemente a su integridad física». A continuación, el Papa se ha referido a otra de esas heridas que laceran la humanidad y que, por mucho que se ponga de relieve, parece que no se quiere o puede encontrar solución posible. Con motivo el próximo día 8, –Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas y memoria de santa Josefina Bakhita, la religiosa sudanesa que fuera esclava y es la patrona y protectora de todas aquellas personas sometidas al yugo del tráfico de personas–, el Papa ha vuelto a denunciar esta lacra: «La trata de personas es una herida profunda causada por la vergonzosa búsqueda de intereses económicos sin ningún respeto por la persona humana». Y ha insistido en que la trata de personas no es algo ajeno a nuestras sociedades, un mal lejano del que desentendernos, muy al contrario, «hoy sucede esto en nuestras ciudades», ha dicho el Papa quien además ha expresado su dolor ante estas «llagas de la humanidad». Ha hecho también un llamamiento para que quienes tienen en su mano ponerle fin lo hagan, para «impedir que tanto la explotación como las prácticas humillantes» sigan cebándose, sobre todo, con mujeres y niñas. Desde este domingo, en la plaza de San Pedro ha quedado instalada una escultura para no olvidar a estas víctimas.

El Papa ha querido concluir con dos notas positivas en medio de dos desgracias. Ha confesado sentirse impresionado por cómo el pueblo de Marruecos se ha volcado en la tragedia del pequeño Rayan, el niño que cayó en un pozo de 32 metros de profundidad y que pereció después de cinco días atrapado. Pese a los titánicos esfuerzos por rescatarlo con vida, el niño de tan solo 5 años no pudo resistir. Francisco se ha expresado impactado por el testimonio de todo el país: «¡Estaba todo el pueblo allí trabajando para salvar a un niño! Han hecho todo lo posible, pero, por desgracia no ha sobrevivido».

Por último, ha contado otra historia hermosa dentro de la enfermedad. En Italia, un pueblo de una región en el norte ha hecho una colecta para pagar el último viaje de un joven inmigrante ganés, enfermo terminal de cáncer. El muchacho, de tan solo 25 años, quería volver a casa para ver a su padre. El dinero recogido le ha permitido viajar a su país «para poder morir en los brazos de su padre», como ha explicado el Papa.

«Esto nos hace ver que hoy, en medio de tantas noticias malas, hay cosas buenas, hay “santos de la puerta de al lado”. Gracias por estos dos testimonios que nos hacen bien», ha concluido el Papa.

«Dios no quiere un crucero, le basta con una pobre barca destartalada, siempre que lo acojamos»

La primaveral jornada de domingo con la que se ha despertado la Ciudad Eterna ha propiciado la numerosa presencia de fieles y peregrinos en la plaza de San Pedro. Más que sonoros han sido los cantos de los españoles que, a buen seguro, ha escuchado el Papa: «Francisco amigo, España está contigo», repetían. El Papa se ha dado cuenta de esta presencia y, tras saludar especialmente a los grupos de Madrid y Valencia, ha dicho entre bromas: «Son ruidosos estos españoles».

El Santo Padre durante su catequesis previa a la oración mariana ha repasado el pasaje evangélico de este domingo, Lucas 5, 1-11, en la que Jesús exhorta a los discípulos a echar las redes, pero, en un principio, no llegan a pescar nada. A partir de ahí, el Papa ha continuado con el lenguaje «náutico» para explicar que todos hemos experimentado alguna vez la misma sensación de derrota que los discípulos cuando no pescaron nada. «Cuántas veces también nosotros nos quedamos con una sensación de derrota, mientras la decepción y la amargura surgen en nuestros corazones», ha asegurado. Lo que hace Dios entonces es «subirse en la barca de nuestra vida, aunque no tengamos nada que ofrecerle», ha indicado el Papa que, para dejarlo aún más claro, lo ha repetido así: «Dios no quiere un crucero, le basta con una pobre barca destartalada, siempre que lo acojamos».