El Papa reconoce «luces y sombras» en la evangelización de América
Además de mencionar las «luces y sombras» en la evangelización de América, León XIV ha llamado a los pueblos originarios al perdón
«La larga historia de evangelización que han conocido nuestros pueblos originarios, como han enseñado tantas veces los obispos de América Latina y del Caribe, va cargada de “luces y sombras”». Así lo ha asegurado este jueves el Papa León XIV en un mensaje dirigido a las Redes de Pueblos Originarios y a la Red de Teólogos de Teología India con motivo del Año Jubilar.
Entre el 14 y el 16 de octubre el Vaticano está celebrando el Jubileo de los Pueblos Originarios. Miles de personas de este colectivo se han dado cita en el corazón de la Iglesia católica para cruzar la puerta santa. Una oportunidad que el Pontífice les ha pedido que utilicen para la reconciliación.

Concretamente, el Santo Padre ha asegurado que el Jubileo es un «tiempo precioso para el perdón» por esas «luces y sombras» en la evangelización de América; y «nos invita a perdonar de corazón a nuestros hermanos, a reconciliarnos con nuestra propia historia y a dar gracias a Dios por su misericordia para con nosotros».
En este sentido, ha explicado que «reconociendo tanto las luces como las heridas de nuestro pasado, entendemos que solo podremos ser pueblo, si realmente nos abandonamos al poder de Dios, a su acción en nosotros». Y ha añadido: «Él, que ha insertado en todas las culturas las “semillas del Verbo”, las hace florecer en una forma nueva y sorprendente, podándolas para que den más frutos».

Fraternidad y diálogo
Uno de esos frutos del perdón «es el diálogo y el encuentro» con los que «aprendemos de los distintos modos de ver el mundo, valoramos lo que es propio y original de cada cultura, y juntos descubrimos la vida abundante que Cristo ofrece a todos los pueblos».
Se trata de una unidad, según el Papa, «una vida nueva», en su expresión, que «se nos da precisamente porque compartimos la fragilidad de la condición humana marcada por el pecado original, y porque hemos sido alcanzados por la gracia de Cristo, que por todos derramó hasta la última gota de su sangre, para que tuviéramos vida en abundancia, sanando y redimiendo a cuantos le abren el corazón a la gracia que nos fue donada».
Valentía y libertad
Por último, León XIV ha instado a los pueblos originarios a «presentar con valentía y libertad su propia riqueza humana, cultural y cristiana». Por su parte, «la Iglesia escucha y se enriquece con sus voces singulares, que tienen un lugar insustituible en el coro magnífico donde todos proclamamos: “Señor Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza”».
Y ha concluido: «En esta alabanza común, recordamos también la llamada del Evangelio a evitar la tentación de poner en el centro lo que no es Dios —sea el poder, la dominación, la tecnología o cualquier realidad creada—, para que nuestro corazón permanezca siempre orientado al único Señor, fuente de vida y esperanza».