El Papa insta a las religiones a trabajar por una paz «activa y fortificada»
El Papa Francisco presidió hoy un encuentro con representantes de las confesiones presentes en Bulgaria en el que exhortó a los religiosos a trabajar para que la paz sea «un derecho fundamental». Destacó la ausencia de la Iglesia ortodoxa
«Estamos llamados a ser constructores, artesanos de paz», clamó el Papa desde el palco de la plaza Nezavisimost (Independencia) de Sofía en un acto que se celebró bajo una incesante lluvia.
En esta ceremonia se oyeron oraciones e himnos de la tradición ortodoxa, judía, protestante, armenia y musulmana, mientras que el Papa recitó el Cántico de las Criaturas de san Francisco.
La Iglesia ortodoxa búlgara había anunciado que no participaría en actos religiosos con Francisco y por ello a este evento se envió al director de la Dirección de Cultos y unos niños búlgaros cantaron un himno.
Un gesto de la cerrada Iglesia ortodoxa búlgara que deja patente el largo camino aún en el ecumenismo, la búsqueda de la unidad de los cristianos, que tanto anhela el Papa Francisco.
Mientras, sí que estuvieron presentes un pastor protestante, la presidenta de la comunidad judía, un imán musulmán y un religioso armenio.
Que la paz sea «un derecho fundamental»
En este acto de oración, con el que concluyó su visita a Bulgaria donde llegó el pasado domingo, Francisco continuó pidiendo desde la que fue la Plaza Lenin esfuerzos para «construir una cultura donde la paz sea también un derecho fundamental».
«Paz activa y fortificada contra todas las formas de egoísmo y de indiferencia que nos hace anteponer los intereses mezquinos de algunos sobre la dignidad inviolable de cada persona», agregó.
Durante el acto, seis niños encendieron antorchas en representación de las seis confesiones religiosas presentes, ante lo que Francisco explicó que simbolizan el fuego del amor que arde en nosotros y que debe convertirse en un faro de misericordia, de amor y de paz en los ambientes en que vivimos.
«Un faro que nos gustaría que iluminara el mundo entero. Con el fuego del amor queremos derretir el hielo de las guerras», señaló.
El Pontífice afirmó que con esta oración las voces de las religiones presentes expresaron «al unísono el ardiente deseo de paz: que la paz se extienda por toda la tierra, en nuestros hogares, en cada uno de nosotros».
Una labor para «cada uno allí donde se encuentre»
Pero, especialmente, destacó, «en esos lugares donde muchas voces han sido silenciadas por las guerras, mutiladas por la indiferencia e ignoradas por la complicidad aplastante de grupos de interés».
Su súplica final fue que «los representantes de la religión, de la política, de la cultura y que cada uno allí donde se encuentre» trabaje para conseguir la paz.
El segundo y último día en Bulgaria, el Papa lo dedicó a arropar a la pequeña comunidad católica de este país, que no supera el 1 % de la población, y viajó hasta la pequeña localidad de Rakovski.
En este pequeño pueblo, de mayoría católica y donde viven cerca un tercio de los 68.000 católicos presentes en Bulgaria, el Papa dio la primera comunión a 245 niños procedentes de todo el país.
No estaba previsto que fuera el Papa quien lo hiciese, pero Francisco se colocó en el centro del altar y fue uno por uno dando la comunión a los niños y niñas entre 8 y 9 años. Hasta ahora Francisco nunca había dado la primera comunión durante sus viajes.
Después visitó la iglesia de San Miguel Arcángel para encontrarse con varios centenares de fieles católicos.