El Papa asegura que su viaje a Canadá «es una peregrinación penitencial»
En el rezo del ángelus de este domingo ha explicado que el objetivo del viaje «es encontrar y abrazar la población indígena», víctima de las políticas de cancelación cultural
«Queridos hermanos y hermanas de Canadá como sabéis iré con vosotros en el nombre de Jesús para, sobre todo, encontrar y abrazar la población indígena. Por desgracia, en Canadá, muchos cristianos incluidos algunos miembros de los institutos religiosos, han contribuido a las políticas de asimilación cultural que en el pasado han dañado gravemente a las comunidades nativas. Por eso, he recibido en el Vaticano recientemente a algunos grupos, representantes de los pueblos indígenas, a los cuales he manifestado mi dolor y mi solidaridad hacia el mal que han sufrido. Y ahora me dispongo a hacer una peregrinación penitencial que espero, con la gracia de Dios, pueda contribuir al camino de curación y reconciliación ya emprendido». Son las palabras del Papa Francisco al concluir el rezo del ángelus de este domingo. En siete días, si nada se lo impide, estará viajando a Canadá para entonar el mea culpa en nombre de la Iglesia.
A finales del siglo XIX y durante buena parte del XX, los sucesivos gobiernos canadienses implementaron políticas de asimilación cultural internando a los niños indígenas en instituciones donde a los menores no se les permitía hablar en su idioma nativo o desarrollar sus prácticas culturales. A ello, se unía en muchas ocasiones el maltrato físico y los abusos. Muchos de estos centros estuvieron gestionados por la Iglesia católica.
El Papa Francisco tampoco ha querido olvidarse este domingo de la convulsa situación sociopolítica en Sri Lanka. Ha implorado «una solución pacífica a la presente crisis en favor, sobre todo, de los más pobres, respetando el derecho de todos».
Y, por supuesto, Ucrania. El Pontífice ha denunciado, una vez más, la insensatez de esta guerra con una dura pregunta: «¿Cómo no se entiende que la guerra crea solo destrucción y muerte, alejando a los pueblos, matando la verdad y el diálogo?». Por enésima vez, ha pedido a los que tienen algo de parte en el conflicto que trabajen realmente por entablar un diálogo y negociaciones. Francisco ha repetido en las últimas semanas que quizá tras su visita en Canadá pueda viajar a Kiev.
Un orden de prioridad nuevo
A 35 grados de temperatura, con una sensación térmica de 38 y el suelo de la plaza de San Pedro emanando calor acumulado, este domingo no era empresa fácil acompañar al Papa Francisco durante el rezo del ángelus. Sin embargo, unos 12.000 fieles han desafiado al calor para asistir a la oración mariana.
El Papa ha reflexionado sobre el Evangelio de este domingo, la acogida a Jesús en la casa de Betania, para explicar que «Jesús muchas veces da un vuelco a nuestra forma de pensar». Porque podría parecer legítima la queja de Marta, a la que María no ayuda con los quehaceres. Francisco ha señalado que Jesús no menosprecia este esfuerzo de Marta, sino que utiliza esta situación para hacerle entender «que hay un orden de prioridad nuevo, diferente al que hasta ahora había seguido». En definitiva, ha asegurado el Papa, que para «hacer» primero hay que «escuchar», como hizo María. Y escuchar la Palabra de Dios. «En realidad, el Maestro ha venido para donarse a sí mismo mediante su palabra», ha dicho Francisco que ha recalcado que, de este modo, comprendemos que las enseñanzas de Jesús no son nunca «abstractas» porque tocan la vida. «Por eso, María le da el primer lugar, se detiene y escucha. El resto vendrá después». El riesgo de hacer sin pensar, ha insistido el Santo Padre, es «cansarse y agitarse por muchas cosas» para terminar cayendo en «un activismo estéril».
A partir de este pasaje del Evangelio, Francisco ha invitado a los fieles a aprovechar el tiempo estival para hacer como María, detenerse y escuchar: «Hoy cuesta cada vez más encontrar momentos libres para meditar. Para muchas personas los ritmos de trabajo son frenéticos, extenuantes. El periodo de verano puede ser valioso también para abrir el Evangelio y leerlo lentamente, sin prisa».
Por último, el Pontífice ha lanzado una pregunta para la reflexión: «Preguntémonos: cuando empiezo el día, ¿me lanzo de cabeza a las cosas que tengo que hacer o busco primero la inspiración en la Palabra de Dios?».