El World Press Photo es para los indígenas que sufrieron abusos en internados de Canadá - Alfa y Omega

El World Press Photo es para los indígenas que sufrieron abusos en internados de Canadá

La fotogragía, tomada por Amber Bracken, muestra una serie de cruces con vestidos rojos a lo largo de un camino, colocadas en recuerdo de las víctimas

Redacción
Imagen del año del World Press Photo. Firma: Amber Bracken / The New York Times.

En la imagen que acompaña a esta pieza no hay personas. Solo cruces a lo largo de un camino vestidas por prendas rojas. Y no hay nadie porque ahí están representados los niños indígenas que murieron en una de las escuelas estatales de Canadá, que se utilizaban para internarlos, apartarlos de sus familias y someterlos a un proceso de asimilación de la cultura occidental. Esta imagen hace referencia a la de Kamploops, que, como muchas otras, fue gestionada por una congregación católica.

La fotografía, tomada por Amber Bracken para The New York Times, acaba de ser considerada como la foto del año 2022 por el World Press Photo. «Representa el despertar de una historia vergonzosa que por fin se está abordando en Canadá. Es una imagen perfecta, que capta una luz poco común, y que, a la vez, es inquietante, cautivadora y simbólica. La imagen muestra el legado de la colonización y la explotación, al tiempo que amplifica las voces de las comunidades que exigen justicia», ha señalado el jurado.

El reconocimiento llega justo una semana después de que el Papa recibiera en el Vaticano a representantes de varias comunidades indígenas y a los obispos de Canadá, que peregrinaron juntos a la Ciudad Eterna. Tuvo encuentros privados con cada una de las asociaciones –métis, inuits y Primeras Naciones– y una audiencia pública con todas y los prelados. Próximamente, la fecha está por determinar, será Francisco quien los visite en su tierra natal.

El Pontífice pudo escuchar la tragedia en primera persona. La de Phyllis Googoo, que ya pudimos leer en estas mismas páginas. A ella la arrancaron de sus raíces a los cuatro años y la llevaron a una escuela donde le quitaron la ropa, la ducharon con lejía y la vistieron de uniforme. Querían que olvidara quien era. O la de Angie Crear, de 85 años, que pasó diez años en uno de estos internados.

Fue un encuentro sanador para muchas de las víctimas, como detallaba la propia Crear: «Fue maravilloso. Estaba muy nerviosa, pero después me habló. Aunque no entendiera todo lo que decía, su sonrisa, sus reacciones, su lenguaje corporal me hicieron sentir que ese hombre era un amigo».

En la audiencia, el Papa pidió perdón por «la deplorable conducta» de algunos miembros de la Iglesia católica, que no respetaron su «identidad, cultura y valores espirituales». «Esto es contrario al Evangelio de Jesús. […] Pido a Dios perdón y quiero decir con todo mi corazón que lo siento», añadió.