Nuevos mártires españoles, evangelizadores de América: «Derramaron su propia sangre»
«Murieron defendiendo la santidad del matrimonio cristiano», dice a Alfa y Omega el postulador de la causa, que advierte de que «la familia y la unión del hombre y la mujer están continuamente bajo ataque por falsas doctrinas»
El Papa Francisco reconoció el pasado lunes 27 de enero el martirio de Pedro de Corpa y de cuatro compañeros, de la Orden de Hermanos Menores, asesinados por odio a la fe en septiembre de 1597 en Florida, actual Georgia (Estados Unidos). Todos ellos, originarios de España, «respondieron generosamente a la llamada del Señor para evangelizar a los pueblos de América, hasta la donación de sus propias vidas», reconoció la orden en un comunicado.
Alfa y Omega ha podido entrevistar al postulador general de la orden, Giovangiuseppe Califano, que se encarga de la causa de Corpa y de sus cuatro compañeros
¿Qué significa la declaración del martirio de Pedro de Corpa y sus compañeros?
La Orden de los Hermanos Menores encuentra en el testimonio heroico de estos siervos de Dios una confirmación ulterior de su compromiso misionero. Pedro de Corpa y sus compañeros llegaron a las nuevas Américas no para enriquecerse ellos mismos, sino para enriquecer a aquellas poblaciones con el Evangelio de Jesús. Ocho siglos han pasado desde que los primeros mártires de la orden, los santos Berardo, Otto, Pietro, Accursio y Adiuto derramaron su propia sangre el 16 de enero de 1220. Desde entonces, el testimonio del martirio ha acompañado siempre la historia de la orden hasta nuestros días, confirmando que la verdad del Evangelio es tanto más incisiva cuanto más pasa por el don de la vida.
¿Qué mensaje transmite al mundo de hoy esta declaración aprobada por el Papa?
A pesar del tiempo transcurrido desde la muerte de los siervos de Dios, llevarlos al honor de los altares reafirma algunas verdades perennes que el espíritu de los tiempos tiende a olvidar, pero que son especialmente necesarias hoy. En primer lugar, estos misioneros murieron defendiendo la santidad del matrimonio cristiano. Fueron asesinados porque creían en la santidad e inviolabilidad del matrimonio. Su firmeza puede considerarse una advertencia para nuestro tiempo en el que la familia y la unión del hombre y la mujer están continuamente bajo ataque por falsas doctrinas. De esta forma, su próxima beatificación será sin duda una eficaz oportunidad pastoral para el aumento de la fe en la Iglesia local de Florida y Georgia, nacida de la predicación de estos siervos de Dios.
Biografías de los mártires
Fray Pedro de Corpa nació en la pequeña aldea de Corpa, diócesis de Madrid-Alcalá, hacia el año 1560. Era sacerdote de la provincia de los Frailes Menores de Castilla. En 1587 se embarcó rumbo a Florida. Atendió a la población guale en la aldea de Tolomato (cerca del actual Darién). Entre las poblaciones indígenas de estas tierras estaba vigente la poligamia: en la práctica pastoral, los franciscanos habían optado por administrar el Bautismo a un adulto gual solo cuando este se había comprometido en matrimonio monógamo. La crisis llegó cuando un joven guerrero llamado Juanillo, cristiano bautizado y casado, decidió tomar una segunda esposa. La situación era delicada porque Juanillo, nieto del jefe de la tribu, iba camino de tomar el mando de la aldea. Juanillo, rechazando las exhortaciones de Pedro de Corpa sobre sus compromisos bautismales, abandonó la misión y conspiró con otros nativos de la región interior para eliminar al fraile. En los primeros días de septiembre de 1597, unos guerreros atacaron a fray Pedro en su choza, lo mataron a golpes de hacha y ultrajaron su cuerpo. El odium fidei pronto se dirigió contra los otros cuatro frailes menores que trabajaban en la misma zona, en diferentes poblaciones.
Fray Blas Rodríguez de Cuacos nació en la villa de Cuacos (Cáceres – España), entre 1550 y 1560. Fue sacerdote de la Provincia Alcantarina de los Hermanos Menores de San Gabriel. En 1590 partió para la misión de Florida y en ese momento trabajaba en la aldea de Tupiquí, cerca de la actual Eulonia. En la labor misionera, compartió la postura contraria a la poligamia. Cuando se enfrentó a la hostil banda de rebeldes, consciente de su muerte inminente, pidió que se le permitiera celebrar su última Misa. Después de la Eucaristía, a mediados de septiembre, fue bárbaramente asesinado con un golpe de hacha. Su cuerpo fue abandonado en el bosque y devorado por las fieras.
Fray Miguel de Añón, presbítero de la provincia de los Frailes Menores de Castilla cumplía su misión en la isla de Santa Catalina, junto con el religioso lego fray Antonio de Badajoz. La fecha de su nacimiento en Zaragoza es incierta. Se enfrentó a la muerte, precedida de muchas torturas, junto al hermano fray Antonio. Su cuerpo fue enterrado junto al del otro fraile en la capilla del pueblo.
Fray Antonio de Badajoz, religioso lego de la Provincia Alcantarina de los Frailes Menores de San Gabriel nació en L’Albuera, cerca de Badajoz. Después el estallido de la revuelta, el jefe de la tribu de la isla de Santa Catalina intentó advertirle del peligro inminente, pero no aceptó huir y prefirió permanecer en la misión con fray Miguel de Añón.
Fray Francisco de Veráscola nació el 13 de febrero de 1564 en Gordejuela, de familia vasca. Ingresó en la provincia franciscana de Cantabria y partió para la misión de Florida en 1595. Aquí se le encomendó la nueva misión de la isla de Asao, actual San Simón, frente al actual pueblo de Brunswick, Georgia. Su imponente estatura y su fuerza física le valieron el apodo de «el gigante cántabro». Esto le hizo popular entre los jóvenes gualés, con los que competía en lucha, juegos de pelota y soplando lanzas. En el momento de la muerte de sus compañeros no se encontraba en la misión, sino que había viajado en canoa hasta San Agustín para recoger material necesario para la capilla. Al desembarcar de Asao, inmediatamente fue atacado por los rebeldes que lo mataron de un hachazo.