Los vikingos dejaron la ciudad de Tui «desierta, viuda y enlutada» - Alfa y Omega

Los vikingos dejaron la ciudad de Tui «desierta, viuda y enlutada»

Un militar aficionado a los archivos escribió a mano en el siglo XIX cuatro volúmenes sobre historia civil y eclesiástica de la ciudad gallega

María Martínez López
Bouzó con el facsímil de la 'Historia civil y eclesiástica de la ciudad de Tui y obispado'
Bouzó con el facsímil de la Historia civil y eclesiástica de la ciudad de Tui y obispado. Foto: Diócesis de Tui-Vigo.

Francisco Ávila y la Cueva (1789-1859) «aseguraba que aprendió paleografía, esto es, a leer documentos antiguos, de un sacerdote francés que vino desterrado» a Galicia tras la Revolución francesa. Por pura afición, este militar «decidió dedicarse a investigar la historia, sin tener un título de esta materia o de archivística», relata Avelino Bouzó, canónigo archivero de la catedral de Tui. «Peinó todo lo que había en Galicia» en archivos, capillas e incluso casas particulares y pazos. Si le llegaba información de que en algún lugar había información antigua, allí se iba. No buscaba solo documentos: también transcribía —«lo copiaba todo»— las inscripciones en los edificios.

De ahí nació en 1852 su Historia civil y eclesiástica de la ciudad de Tui y obispado. El archivo de su catedral custodia la obra original, escrita a mano a pesar de tratarse de mediados del siglo XIX. Existe además un facsímil de 1995. Asimismo, el militar «intervino en el archivo del Ayuntamiento de Vigo y han aparecido notas suyas en archivos particulares. Después, como se dio a conocer por su labor, lo llamaban y le hacían encargos» distintas instituciones. Su dedicación era tan intensa que «algunos dicen que incluso terminó trastornado de tanto leer escrituras antiguas».

Transcripción de un miliario de una calzada romana hallada en la parroquia de San Bartolomé de Rebordans
Transcripción de un miliario de una calzada romana hallada en la parroquia de San Bartolomé de Rebordans. Foto: Diócesis de Tui-Vigo.

Su Historia civil y eclesiástica es hoy en día «la primera fuente para todos los que vienen a investigar sobre la historia de cualquier parroquia o de algún personaje» célebre de la zona, subraya el canónigo archivero. Uno de sus principales valores es que «algunos documentos que él menciona y transcribe han desaparecido», por lo que la información que contenían se conserva solo gracias a él. Por ejemplo, cita un documento del año 984 que ya no existe —el texto original más antiguo del archivo catedralicio es un privilegio de doña Urraca, de 1071—. También salvó el contenido de inscripciones en edificios, hoy ya borradas por el paso del tiempo.

Ávila y la Cueva dividió la gran obra de su vida en cuatro tomos. El primero es una historia de la ciudad de Tui, que es «mucha» pese a su pequeño tamaño, reivindica Bouzó. La tradición la vincula a san Pedro de Rates, discípulo del apóstol Santiago. Fue conquistada por los musulmanes a comienzos del siglo VIII y liberada en 739. El militar reconstruye cómo más tarde, en 997, el general Almanzor cruzó el Miño, tomó la ciudad y la demolió y saqueó. Si bien la Historia no lo explica, era parte de una ofensiva contra Santiago de Compostela para reafirmar su poderío y legitimarse desde el punto de vista religioso atacando un lugar de gran valor simbólico para los cristianos. Con todo, matiza el archivero, el historiador aficionado «resalta más el daño que causaron» los asaltos de los vikingos normandos. A principios del siglo XI, por ejemplo, relata que dejaron la ciudad «desierta, viuda y enlutada por muchos años». «Por viuda quiere decir despoblada». Este volumen incluye una crónica de la ciudad desde el año 1500, con los acontecimientos más importantes de cada periodo.

Primera página del primer volumen de la obra de Ávila y la Cueva

Primera página del primer volumen de la obra de Ávila y la Cueva. Foto: Diócesis de Tui-Vigo.

En el segundo, recoge la historia de las más de 200 parroquias de la diócesis. Los dos últimos son un episcopologio, dividido entre los obispos anteriores y posteriores a finales del siglo XIV. El primero con fundamento histórico es Anila, fallecido en el año 576. Cuatro años antes asistió al II Concilio de Braga (Portugal), archidiócesis de la que Tui era sufragánea. De los anteriores a él, menciona a san Epitacio y san Evasio, ambos de la segunda mitad del siglo I. «Para esas épocas de las que no tenemos documentos históricos pero sí tradiciones, él se basaba en un tipo de escritos llamados cronicones» que las recogen, aclara Bouzó.

«Tenía el plan de hacer siete volúmenes, pero su vida no dio para más», apunta el canónigo archivero. Quedaron sin escribir, entre otros temas, el recorrido que quería hacer por los monasterios de la diócesis y las biografías de los personajes ilustres de la ciudad.

A las antípodas

Fuera de la obra de Ávila y la Cueva, Avelino Bouzó ha contribuido bastante a dar a conocer a «un personaje universal muy importante que era de aquí pero tristemente no muy conocido». Se trata de Rosendo Salvado Rotea, benedictino que evangelizó a los aborígenes del suroeste de Australia. Allí fundó la ciudad de New Norcia (Nueva Nursia), de la que acabó siendo obispo. Hoy la ciudad es célebre por su estilo español, en las antípodas.