El obispo nicaragüense Silvio Báez pide desde España «la liberación total de los encarcelados»
El obispo auxiliar de Managua (Nicaragua), Silvio José Báez, ha calificado de «insuficiente» la excarcelación de un centenar de personas encarceladas en Nicaragua durante los últimos meses, en el marco de las protestas convocadas contra el Gobierno de Daniel Ortega, y ha reclamado «la liberación total de todas las personas encarceladas por motivos políticos» en el país.
«No puedo no alegrarme por los cien presos liberados, es un pequeño signo, ambiguo e imperfecto, pero que abre una ventana de esperanza. Pero es muy insuficiente de cara al drama que vive el pueblo nicaragüense, todavía hay centenares en las cárceles. Uno de los primeros pasos que se deben dar es la liberación total de todas las personas encarceladas por motivos políticos», ha subrayado Báez este jueves 28 de febrero en una rueda de prensa en Madrid.
El obispo nicaragüense se encuentra en Madrid para participar en un Simposio de Teología organizado por la Revista Vida Religiosa con motivo de su 75 aniversario, que se celebrará del 1 al 3 de marzo bajo el título Presente, memoria, porvenir. Sueños y diseños en construcción.
Báez ha señalado que actualmente en Nicaragua sufren «una crisis política con unas dimensiones humanitarias dramáticas, de no respeto a los derechos humanos y profundo desequilibrio económico». Si bien, ha precisado que dentro de esta realidad, «la Iglesia se ha convertido en la institución más creíble en el país».
A su juicio, esto se debe a que obispos, sacerdotes y religiosos han tenido la oportunidad de «mostrar su rostro samaritano» en los momentos de «violencia y represión», ayudando a la población y también denunciando las situaciones de injusticia. En esta línea, ha recordado cuando abrieron las puertas de la Catedral «para refugiar a centenares de jóvenes ante los disparos de las fuerzas del régimen».
«Nuestra intención era evangélica, no en contra de nadie, pero por algunos grupos fue visto como una acción política contra el Gobierno. Esto nos ha traído otro tipo de consecuencias como críticas, persecución, agresión física y burla en muchos casos», ha afirmado. Además, ha admitido que ha sentido «miedo» por las campañas que se han lanzado contra él pero ha puntualizado que lo importante es que ese temor «no te paralice, autocensure o silencie».
Nuevo intento de diálogo
Para el obispo auxiliar de Managua, la única forma de que brote la paz y la justicia en Nicaragua es «el diálogo», en el cual los obispos juegan un papel importante. Según ha precisado, tras varios intentos fallidos, ahora se ha abierto una nueva etapa de diálogo.
«Con tal de abrir caminos, a la Iglesia lo que menos le importa es el título, que nos llamen mediadores o testigos es lo de menos. Lo importante es que se abra el sendero aunque parezca ambiguo e imperfecto, porque el problema de Nicaragua es demasiado complejo para una solución inmediata», ha apostillado.
En relación al caso de Venezuela, el obispo ha indicado que en Nicaragua no se han agotado todos los medios para llevar adelante el diálogo. «El problema –ha precisado– es quién decide que ya se agotó el camino del diálogo, habría que buscar otro sendero y eso es muy arriesgado. En Nicaragua creo que todavía estamos a tiempo».
Báez ha recordado que en mayo de 2018 el régimen actual acudió a la Conferencia Episcopal de Nicaragua para dialogar «cuando el país estaba insurreccionado» y fue entonces cuando los obispos se pusieron a trabajar para crear un grupo de oposición. De ahí surgió la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, integrada por estudiantes universitarios, campesinos y empresarios, en representación de la sociedad civil.
Nicaragua retomó este miércoles una nueva mesa de diálogo para superar la crisis sociopolítica que atraviesa el país, en la que el Gobierno y el grupo opositor Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, negociarán para intentar llegar a una solución pacífica. El anterior intento de diálogo fue suspendido en mayo de 2018, cuando las protestas derivaron en violentos enfrentamientos que, según organismos defensores de Derechos Humanos, dejaron más de 320 muertos y 600 detenidos.