El obispo de Córdoba revela que fue curado «milagrosamente» gracias a José María García Lahiguera
Demetrio Fernández afirma en su última carta que a los 33 años obtuvo del que fue obispo auxiliar de Madrid la sanación de «una enfermedad incurable»
«Llevaba ya nueve años de cura, tenía 33 años, y me preparé para la muerte que llegaba inminente», cuenta el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, en su última carta semanal, escrita con motivo de sus 50 años de sacerdote. Todo comenzó en 1981, cuando fue enviado a completar estudios a Roma, y allí «el doctor Pozuelo Escudero, gran endocrino discípulo del doctor Marañón, acertó con el tratamiento, y fui recuperándome durante varios años, hasta que, por intercesión del venerable José María Garcia Lahiguera y la oración de sus hijas Oblatas, fui curado milagrosamente de la noche a la mañana. Era el 27 de septiembre, san Vicente de Paúl, y aquí me tenéis», revela.
Para el obispo de Córdoba, aquella enfermedad fue «una fuerte experiencia de impotencia, de postración, de despojamiento de todo proyecto de futuro, y de preparación gozosa para la muerte». Aquel período entre 1982 y 1983 le sirvió para «entender para siempre en medio de la enfermedad que mi vida era toda para el Señor, porque le sentí a él tan cercano y cariñoso como nunca. Fue verdaderamente un desposorio en la Cruz, que me ha marcado definitivamente».
La atribución de esta sanación a José María García Lahiguera se produce en medio del proceso de beatificación del que fue obispo auxiliar de Madrid, obispo de Huelva y arzobispo de Valencia, de quien en julio del año 2011 el Papa Benedicto XVI aprobó su decreto de virtudes heroicas.
García Lahiguera nació en Fítero, en Navarra, el 9 de marzo de 1903. Fue ordenado sacerdote el 29 de mayo de 1926 en Madrid, donde al poco se le encargó la dirección espiritual de los seminaristas, con un especial cuidado y valor durante la persecución religiosa desatada en el contexto de la Guerra Civil. En estos años dio origen, como cofundador junto a la Madre María del Carmen Hidalgo de Caviedes, a las Oblatas de Cristo Sacerdote, una obra contemplativa femenina cuyas almas ofrecen sus vidas por la santificación de los sacerdotes y de la Iglesia.
Fue nombrado obispo auxiliar de Madrid en 1950, obispo de Huelva en 1964 y arzobispo de Valencia en 1969. Murió con fama de santidad en Madrid el 14 de julio de 1989, y su cuerpo reposa en el oratorio de la casa de las religiosas que cofundó.