El Museo Naval de Madrid acoge la exposición Blas de Lezo, el valor del Mediohombre. Un gran héroe desconocido - Alfa y Omega

El Museo Naval de Madrid acoge la exposición Blas de Lezo, el valor del Mediohombre. Un gran héroe desconocido

Más de 270 años después de su muerte, la figura de Blas de Lezo (1689-1741), una de las de mayor relevancia de la historia militar española, ha sido recuperada por el Museo Naval de Madrid, en una exposición abierta hasta el 13 de enero. A través de 80 piezas, entre lienzos, monedas, armas y documentos originales, la muestra hace partícipe al visitante de los valores de los que fue ejemplo este marino, que en 1741 derrotó a los ingleses en la batalla de Cartagena de Indias, tras un combate en inferioridad de número

Eva Fernández
‘Combate de una fragata española contra el navío inglés Stanhope’: años antes de la gesta de Cartagena de Indias, Blas de Lezo participó en el apresamiento de varios barcos ingleses –entre ellos, el ‘Stanhope’–, destacando por su valía y coraje.

Las cosas pintaban muy mal para los españoles aquella mañana de 1741, cuando frente a las costas de Cartagena de Indias –entonces, el bastión español más importante en el Nuevo Mundo– se aproximaba un ejército de 39.000 hombres y 200 barcos. La todopoderosa flota inglesa, al mando del almirante Vernon, estaba dispuesta a acabar con la permanencia de España en América. Los ingleses sabían que, tras los ruinosos muros de Cartagena, tan sólo se parapetaban unos 3.200 hombres, defendidos únicamente por 6 navíos de guerra. David contra Goliat. Se trataba de la flota más numerosa de la Historia, sólo por detrás del desembarco de Normandía en la Segunda Guerra Mundial. Tenían la victoria tan segura, que hasta Vernon envió noticias a Inglaterra sobre su inminente toma de la plaza. Con lo que no contaban los ingleses era con la valentía y astucia del guipuzcoano Blas de Lezo, quien resistió junto a sus hombres trinchera a trinchera, protegiendo la entrada al puerto, aunque para ello tuvo que hundir alguno de sus propios barcos, luchando a la desesperada a pesar de las 6.000 bombas y las 18.000 balas de cañón que vomitaron los barcos enemigos. Contra todo pronóstico, incapaz de quebrar la resistencia española y tras haber perdido unos 11.000 hombres, Vernon organizó la retirada, en una derrota especialmente humillante, puesto que llegaron a acuñar monedas conmemorando una victoria que nunca ocurrió (como la que ilustra esta pagina); en ellas se puede leer la inscripción: El orgullo de España humillado por el almirante Vernon. La vergüenza fue tal, que el rey Jorge II prohibió bajo pena de muerte que los británicos mencionasen la hazaña española; e incluso, hoy en día, en la tumba de Vernon en la abadía de Westminster se le atribuye la victoria. Gracias a la lucha heroica de Blas de Lezo, en América se sigue hablando español.

Lo suyo con el mar fue una verdadera vocación. A los 15 años ingreso en la marina, y a los 23 ya era capitán de navío, pero, eso sí, se dejó la piel por el camino. Un cañonazo le arrancó una pierna a los 17 años en la batalla naval de Vélez-Málaga; tres años después, combatiendo contra el duque de Saboya, una esquirla de metralla le dejó sin visión del ojo izquierdo; y, a los 23, se quedó sin antebrazo derecho tras un disparo recibido durante la Guerra de Sucesión Española. Éste es el retrato de un marino cojo, tuerto y manco, que no conoció ninguna derrota en toda su carrera militar (la exposición nos ofrece una de las pocas imágenes que existen del teniente general de la Armada). Sus minusvalías le hicieron más fuerte, y poco le importó que le apodasen El Mediohombre. Su vida daría argumento a varias películas: combates navales, piratas, naufragios, abordajes, desembarcos y tácticas de defensa tan ingeniosas como la que puso en práctica cuando se le ocurrió prender paja húmeda, que tiró al mar para que la humareda le ayudara a hacerse invisible entre los enemigos.

De todo ello da cuenta la exposición Blas de Lezo, el valor del Mediohombre, en la que se recupera la memoria de una persona de convicciones inquebrantables. Entre los documentos expuestos, destacan dos nunca exhibidos hasta el momento: un manuscrito fechado en 1793, de gran importancia para conocer la construcción naval en la época, y el diario autógrafo del teniente general, en el que relata a Felipe V cómo llevó a cabo la defensa de Cartagena. La muestra nos ofrece también una espada que, según la tradición, perteneció a Blas de Lezo, y hasta el mapa utilizado por el almirante Vernon durante el asedio. Entre los lienzos expuestos, destaca la batalla de una fragata contra el navío inglés Stanhope, otra derrota de los ingleses en la que participó Blas de Lezo.

Sorprendentemente, lejos de recibir reconocimiento ante la gesta lograda, Blas de Lezo fue denostado por el rey Felipe V, debido a las rencillas y malentendidos que mantuvo con el virrey Sebastián Eslava. El virrey se adjudicó la gloria ante Felipe V y se inventó calumnias contra el auténtico héroe. Como consecuencia de estas mentiras, Blas de Lezo fue destituido como comandante. A los pocos meses de su victoria, falleció, tras contraer la peste. Murió en la penuria. Hacía tiempo que no recibía su salario y su mujer apenas pudo pagar su entierro. En estos momentos, historiadores colombianos están a punto de descubrir su lugar de entierro. Cartagena le dedica calles, barrios y estatuas y le venera como héroe. Próximamente, en Madrid se le dedicará un monumento: una forma de saldar deudas con la memoria de un Mediohombre que llegó a ser un héroe completo.