El mejor tapiz florentino tiene siete siglos y está la Seu de Manresa
Esta basílica tiene dimensiones catedralicias y alberga una pieza de seda e hilo de oro y plata que se expondrá en el Museo del Prado. Cayó en el olvido hasta el siglo XIX
«Esta será una de las piezas estrella de la exposición que se hará en el verano de 2026 en el Museo del Prado sobre la influencia del arte italiano en Europa». Es la confidencia que nos hace Dani Font, delegado de Patrimonio de la diócesis de Vic, sobre el impresionante tapiz fechado en 1340 y de más de tres metros de largo que puede contemplarse en la Seu de Manresa, es decir, en la colegiata basílica de Santa María de la Aurora.

La pieza en cuestión «fue comprada por un mercader de Manresa para su iglesia» y se ha preservado en excelentes condiciones a pesar de «lo mucho que cuesta que un tejido así» —compuesto por seda de colores y bordados en hilos de oro y plata— «se conserve durante tantos años». El comerciante se llamaba Ramón Saera, «era muy rico y muy devoto» y viajaba a menudo a Florencia, «el sitio de referencia para este tipo de materiales», donde «tenía muchos contactos para hacer negocios». Fue allí donde encargó este tapiz a un renombrado tejedor italiano de su confianza, Geri di Lapo, «para que estuviera en el altar mayor de la Seu de Manresa». Allí los peregrinos pudieron contemplar doce escenas de la vida de Jesús, con la crucifixión en el centro.
En un cajón hasta el siglo XIX
Con siete siglos a sus espaldas, la pieza sufrió algunos daños y su parte central presenta roces en la zona en contacto con el celebrante. No obstante, Font nos explica que «hace unos cinco años acometimos una restauración larga y costosa» y la pieza, rehabilitada, ahora «está en una vitrina hecha a medida para que la pueda ver todo el mundo». Un lugar mucho más visible que el fondo del baúl en el que pasó varios siglos, pues el cambio de tendencias en Europa provocó que su estilo gótico se considerara «pasado de moda» y carente «de la dignidad y prestancia que se pedía en la época barroca». Hasta que, en el siglo XIX, el tapiz fue redescubierto e incluso mostrado en la Exposición Universal de 1888 en Barcelona. «Entonces fueron muy conscientes de su valor artístico y de que era una pieza extraordinaria», celebra el delegado de Patrimonio de Vic. Es la pieza más reputada de esta colegiata basílica, pero en sí misma la Seu de Manresa «es casi como una catedral». De hecho, su arquitecto fue Berenguer de Montagut, quien dirigió durante sus primeros años las obras de Santa María del Mar de Barcelona y fue «muy renombrado en el siglo XIV», cuando se levantaron ambos templos.

Retablos salvados de las llamas
El templo conserva cuatro retablos góticos que sobrevivieron a la Guerra Civil, cuando «se quemaron el 90 % de los inmuebles» de la localidad. La Generalidad de Cataluña de la época, «que era republicana pero no revolucionaria, inició una tarea importante para salvaguardar el patrimonio». Tras el golpe del 18 de julio, la institución «pudo requisar los retablos de madera y los guardó en un almacén», lo que los salvó al mismo tiempo de las bombas del frente y de las piras anticlericales. Así corrió una suerte diferente a su «impresionante coro barroco de madera», que los milicianos quemaron en 1936. Y también a los retablos barrocos anteriores, que habían sido pasto de las llamas en la Guerra de Sucesión de 1714.
Uno de estos que han llegado hasta hoy es el retablo del Espíritu Santo, «una pieza enorme del más alto nivel que se alcanza en siglo XIV», elaborado en «madera pintada con pan de oro» y obra del artista Pere Serra. En él «vemos las veces en las que el Espíritu se manifestó en la historia de la Iglesia»: una imagen «de la Virgen embarazada con una paloma encima» y escenas de Pentecostés.

Finalmente, Dani Font celebra los esfuerzos conjuntos del Ayuntamiento de Manresa, su Obispado, la diputación de Barcelona y la Generalidad para mantener con «un fondo económico importante» la Seu desde el año 2000. «Tenemos un plan director para las capillas y cada año hacemos una». Pero, a pesar de que todas las entidades «han sido capaces de sumar» y de que existe «muy buen entendimiento», eso no agota las necesidades. Entre los proyectos para los que requieren ayuda, destacan las obras de su campanario, mucho más costosas que la rehabilitación de una capilla.