El largo viaje del día hacia la noche. Mario Gas y Vicky Peña en estado puro - Alfa y Omega

Dicen los entendidos que esta obra es la mejor de O’Neill, porque en ninguna como en esta supo ahondar tanto en el misterio del alma humana. Dicen también que la terminó justo un año antes de morir y que apenas (sólo en cuatro ocasiones) se ha representado este texto brillante en España. Dicen, a fin de cuentas, que es un clásico de la literatura universal y que ha regresado a las tablas con fuerza para quedarse. Así es.

La pieza que dirige Juan José Afonso y que ha versionado Borja Ortiz de Gondra es un claro ejemplo del O’Neill más doliente. Una casa de verano será testigo del ir y venir de la familia del célebre actor de teatro James Tyrone. Una familia normal con sus secretos y fantasmas del pasado —que quizá pesan más de la cuenta—, se reúne en agosto de 1912 en su casa junto al mar con las gaviotas sonando de fondo y un faro que ilumina y oscurece no sólo el oleaje, sino hasta los silencios y las palabras de todos. Se trata de un espacio donde la vida de esa familia fluye con sus miserias y virtudes, con su pasado que arrastra tanto dolor como nostalgia y que les impide, a unos más que a otros, seguir con esto que llaman vida.

Porque claro, la esencia de la obra no es otra que el suspense, y de eso tanto O’Neill como lo actores saben. Entre todos han sabido dibujar una estampa familiar idílica pero que poco a poco se va resquebrajando y se dejan entrever las heridas, muchas de ellas con raíces tan profundas que es imposible soportarlas. Todos sin excepción conocen siempre de qué están hablando. Parece mentira, pero en las familias esto de los secretos no tiene cabida. Unos y otros se engañan, se ocultan historias o se recrean otras, pero da igual; la sangre es tan poderosa que ni la mejor interpretación es capaz de ocultar lo que sucede dentro de esas cuatro paredes, o lo que es lo mismo, tanto dentro como fuera de la osamenta y las entrañas.

Quizá, de todo, lo más doloroso siempre es el olvido. Es por eso que los odios se alimentan del tiempo y las heridas cicatrizan lentamente, muy lentamente. El caso es que no se puede vivir con un pie puesto en la puerta de atrás y con el corazón detenido en el pasado. Para crecer hay que dejarse llevar, salir de uno mismo y darle la espalda al ayer. Si cometes la imprudencia de perseverar en lo que ocurrió o pudo haber sido, lo más probable es que no se pueda salir airoso en la batalla, pues el presente se vuelve cuesta arriba y el futuro ni se nombra. Ya se lo decía James Tyrone (magnífico Mario Gas) a su mujer Mary Cavan Tyrone (desbordante Vicky Peña): “tienes que olvidar el pasado”; como única premisa para continuar viviendo… Parece fácil.

Pero si bien la obra es dura por esto de hablar sin tapujos, lo que la convierte en una pieza más amable es la increíble interpretación de sus actores. Ya sólo por eso, ya sólo por ver sobre el escenario al gran Mario Gas en compañía de Vicky Peña, la obra, sin duda, vale la pena. Y lo digo con una inmensa gratitud, puesto que esto de juntar a dos actores de raza es algo más que una apuesta, es un regalo que debemos —nosotros como público— obsequiarnos de vez en cuando para reconciliarnos con la nobleza y la belleza del Teatro —con mayúsculas—. Vicky Peña está sencillamente espectacular. Uno por momentos siente una punzada en el pecho de dolor cuando la escucha en sus hitos de euforia o en su descenso a los infiernos. Y los hijos, Alberto Iglesias y Juan Díaz, potentes también y enajenados, y que se entienda esto último como parte del guión porque, ciertamente, en esa casa, en esa familia, la locura es lo que les une, pero una locura generosa: la necesidad de protegerse y amarse a partes iguales es lo que hace que se desnuden y pierdan hasta las mediocridades.

Vayan a ver la obra. Vayan a vivir la obra. Vayan a pensar la obra. Un regalo para el corazón y los sentidos, para la lágrima y el pensamiento.

Dos horas y media de tedio maravilloso.

El largo viaje del día hacia la noche

★★★★☆

Teatro:

Teatro Marquina

Dirección:

Calle Prim, 11

Metro:

Recoletos, Chueca y Banco de España

OBRA FINALIZADA