El efecto Bergoglio
La prensa habla del efecto Bergoglio como un fenómeno de entusiasmo que ha despertado la elección del Papa Francisco. El sociólogo italiano Massimo Introvigne, antiguo responsable de la OSCE contra la discriminación a los cristianos, ha cuantificado ese efecto, en un estudio aproximativo. Consultó a 200 sacerdotes y religiosos, y el 53 % afirmó haber percibido en la propia comunidad un aumento de las personas alejadas que se volvían a acercar a la Iglesia o regresaron al confesionario. Además del clima de optimismo, tras la conmoción que siguió a la renuncia de Benedicto XVI, hay que resaltar la continua insistencia del Papa en la misericordia de Dios, con constantes llamamientos a los alejados. Dios es «un papá, nuestro papá, que nos ama aun cuando nos equivocamos», dijo en la Audiencia General de la pasada semana.
Como imagen ilustrativa de este efecto Bergoglio podría servir la visita de llamada abuela del punk al Vaticano. La cantante norteamericana Patti Smith, hija de una testigo de Jehová (en la foto) nunca se ha confesado católica, pero ha contado a L’Osservatore Romano: «Cuando Benedicto XVI anunció su renuncia, recé para que pudiésemos tener un Papa de nombre Francisco. Pensaba que si teníamos un Papa Francisco podría indicar al mundo que venía para servir a los pobres y acercarnos más a la naturaleza, para preocuparse del medio ambiente, como san Francisco». Tras ver la fumata blanca, el 13 de marzo, antes de conocer la identidad del nuevo Papa, la cantante confiesa que rezó «durante una hora sin parar para que quien fuese el elegido eligiera llamarse Francisco. Y así sucedió. En ese momento, lloré. Estaba tan feliz, y prometí que vendría al Vaticano, esperando verlo».