Mark Haddon (Reino Unido, 1968) escribió El curioso incidente del perro a medianoche como si fuese una novela policíaca al más puro estilo Conan Doyle: un joven es acusado injustamente del asesinato de un perro y pone todos sus esfuerzos en esclarecer el crimen. Pero, realmente, eso era solo una excusa. Y por varias razones, aunque la principal es que el relato lo contaba una persona con una condición especial, una persona cuya mente se encontraba en eso que se llama el espectro autista, en este caso Síndrome de Asperger.
Christopher, que así se llamaba el personaje, tenía una mente privilegiada para las matemáticas, la física y la retención de datos, pero su mente no podía entender ni expresar los sentimientos como el resto de la sociedad, ni podía entender el lenguaje abstracto, por ejemplo, las metáforas. Aún así, no solo descubre quién asesinó realmente al perro, sino que da un vuelco a su vida, descubriendo sus propias capacidades.
La adaptación que Simon Stephens hizo de la novela para llevarla a escena es, sencillamente magistral, como debe ser una adaptación: fiel al texto y a la esencia de lo que cuenta. Y esa es la adaptación que ha traído al Teatro Marquina el director José Luis Arellano, apoyado por Gerardo Vera, quien firma la escenografía.
El curioso incidente del perro a medianoche es una obra de teatro conmovedora, divertida, instructiva y con un montaje infográfico apasionante. Ese sería un resumen escueto pero apropiado: una obra que no hay que dejar de ver porque, probablemente, será una de las mejores de la temporada. Pero no nos queremos quedar ahí. Tenemos que destacar algunas de las razones por las que brilla y la principal, bajo nuestro punto de vista, es la actuación del joven actor Álex Villazán.
Conocerán a Villazán por series como Cuéntame o Águila Roja, a no ser que sean aficionados al Ju Jitsu, arte marcial de la que fue tercero del mundo con 19 años. Con formación también como bailarín y actor de teatro clásico –en su haber tiene Fuenteovejuna–, a sus 25 años puede enfrentarse con solvencia al papel protagonista –un adolescente de 15 años–, con solvencia y con una extrema verosimilitud. El trabajo de Villazán es inconmensurable y apostamos por que se convertirá en uno de los grandes actores españoles de los próximos tiempos. Mantiene un trabajo corporal de una perfección solo digna de los más grandes actores, y sobre él recae el peso constante de toda la obra, con toda su intensidad. Ha sido capaz de recrear a una persona con autismo con una realidad tal que emociona desde el primer momento.
Todo el elenco hace un trabajo coreográfico majestuoso, sobre todo si tenemos en cuenta que la única escenografía son los propios cuerpos de los actores y un espacio inmenso infográfico que recrea la compleja mente del personaje principal.
La dirección de Arellano, que vuelve a colaborar con Gerardo Vera (aunque este firma como escenógrafo) ha sido más que correcta, investigando cómo ha de ser el comportamiento de una persona con estas características, y cómo ha de ser su entorno más cercano. Pero hemos de tener en cuenta que se trata de una puesta en escena casi calcada a las de Broadway y Londres, donde tanto éxito ha cosechado.
Es una obra que no hay que perderse. Habla de la superación, del crecimiento como persona, de las relaciones familiares, del amor de unos padres hacia su hijo… habla, en definitiva, de la VIDA con mayúsculas, eso sí, desde un cerebro especial y maravilloso.
★★★★★
Teatro Marquina
Calle Prim, 11
Chueca, Banco de España
Hasta el 20 de enero