El cónclave más largo de la historia solo acabó cuando cortaron el suministro de alimentos a los electores - Alfa y Omega

El cónclave más largo de la historia solo acabó cuando cortaron el suministro de alimentos a los electores

Duró casi tres años. De él salió elegido Gregorio X que cambió el procedimiento para que no se pudiera repetir la situación. Determinó la progresiva retirada de los alimentos y de los emolumentos cardenalicios

José Calderero de Aldecoa
Ilustración de Gregorio X
Ilustración de Gregorio X.

La historia de cómo se terminó conociendo como «cónclave» a la reunión en la que los cardenales eligen al Papa nos hace viajar hasta el siglo XIII, un periplo en el que no faltan intrigas, enfrentamientos y que nos remite al proceso del que salió nombrado Gregorio X. Fue el cónclave más largo de la historia, duró casi tres años —33 meses—, y solo concluyó después de que les cortaran el suministro de alimentos a los electores.

Todo comenzó el 29 de noviembre de 1268, tras la muerte de Clemente IV, en la ciudad de Viterbo. Allí se reunieron 20 purpurados. Pero «la asamblea se vio pronto bloqueada por la oposición entre dos facciones, la francesa, formada en su mayoría por cardenales creados por el Papa francés Urbano IV, y la italiana, que tenía los números para impedir que el candidato del partido contrario alcanzara los 2/3». Lo ha explicado Marco Maiorino, Scriptor del Archivo Apostólico, en conversación con Vatican News.

Los enfrentamientos se alargaron tanto que el proceso llegó a estar abierto durante 33 meses. Hartos de la espera, los lugareños «encarcelaron a los cardenales en el palacio papal de la ciudad» y llegaron incluso a quitar el techo de la estancia donde estaban los purpurados y a «cortar el suministro de alimentos a los reclusos», asegura Maiorino.

Las maniobras dieron resultado y los famélicos cardenales por fin eligieron a Tebaldo Viconti el 1 de septiembre de 1271. Se trataba de un archidiácono de 61 años, todavía no ordenado sacerdote, que era amigo de santo Tomás de Aquino y de san Buenaventura. «En aquella época se encontraba en Acre, en Palestina. Llegado a Viterbo en febrero de 1272, aceptó la elección y tomó el nombre de Gregorio X», indica el Scriptor del Archivo Apostólico.

Pan, agua y vino

Por fin había Papa, pero lo que no había era experiencia. «No se dejó manipular por los cardenales -señala Maiorino-, más bien se esforzó por llevarlos a la unidad y a la obediencia».

Una de las decisiones que tomó fue, precisamente, la de reorganizar la elección del sucesor de Pedro. Para ello, redactó la constitución Ubi Periculum. En ella, por primera vez se introdujo la palabra «cónclave» (Con llave), que hace referencia a un lugar cerrado como en el que encerraron en 1269 a los purpurados.

El documento también preveía que «si, tres días después de la entrada de los cardenales en el cónclave, la elección no había tenido lugar, la consistencia de las comidas a los cardenales se reduciría de dos a un plato durante los cinco días siguientes». Si aun así no llegaban a un acuerdo, «las comidas se reducirían solo a pan, agua y vino hasta la elección». También se estableció que durante el proceso «los cardenales no recibirían ningún emolumento de la Cámara Apostólica», concluye Marco Maiorino.

Con los años, la constitución Ubi Periculum ha dejado a la Universi Dominici Gregis con la que hoy se regula el proceso de elección del Pontífice. Ahora ya no se les reduce la comida, pero sí se ha mantenido en el tiempo el estricto encierro, en este caso voluntario, al que se someten los cardenales en la capilla Sixtina.