El Cascanueces. El Ballet Imperial Ruso apuesta por la fascinación - Alfa y Omega

Si lo que buscan es un espectáculo de color, movimiento, ballet en estado puro, escenografía y música para soñar, no les queda más remedio que ir al Nuevo Teatro Alcalá, del 18 al 30 de diciembre, para disfrutar de El Cascanueces.

El Ballet Imperial Ruso, con Gedimias Tarandá en la coreografía, quien en el pasado fuera solista principal del Teatro Bolshoi de Moscú, Andrey Zlobin con una escenografía espectacular y Anna Epatieva con un vestuario cuidado hasta el extremo; forman parte del elenco de El Cascanueces, que el día 17 de diciembre cumplió la friolera de 120 años.

La obra fue estrenada en San Petesburgo en el teatro Mariinskii, bajo la coreografía de Lev Ivanov. Y tantos años después, el cuento de Hoffmann sigue sumando adeptos. Piotr Chaikovsky pone los acordes a este y a aquel cuento de Navidad que representan los bailarines profesionales del Ballet Imperial Ruso, acompañados por niños de las escuelas de danza madrileñas. Es una mezcla explosiva.

Como no podía ser de otro modo, Radamaria Duminika en la piel de Masha, y Nariman Bekzhanov, en la del Príncipe Cascanueces, dejan al espectador boquiabierto (sobre todo en el segundo acto). Uno desearía verlos bailar, contemplar cómo se mueven sobre el escenario con esas piruetas gráciles durante horas. Es inútil. Ya les adelanto que son dos horas. Pero vale la pena enmudecer por esos minutos y dejarse embelesar por las caricias de la pareja acompasadas por el magnífico Chaikovsky.

Foto: Emilio Tenorio.

Se sube el telón, sí, se sube. Eso que tan en desuso está en los nuevos tiempos. Y salen niños por todas partes. Bailan, se ríen, juegan. Esperan ansiosos la entrega de regalos por Navidad. Antes de eso, grandes y pequeños danzan en familia. Y todo bajo la supervisión de Drosselmeyer, quien gobierna -no sé bien si sabiéndolo o no- parte del espectáculo, hasta el punto de quitar protagonismo a lo que en verdad importa, que es el baile.

Los pequeños artistas superan con creces su papel. Convertidos en ratones, soldaditos de plomo, angelitos que caminan con paso acelerado. Es imposible no emocionarse al ver cómo pisan las tablas. Les auguro una pasión desaforada por la danza. Pero de todo, lo mejor es el diseño de decorado y vestuario. Zlobin y Epatieva no han escatimado en imaginación. Han construido cuadros ora románticos, ora neoclásicos, ora del sueño, de la vigía… Uno podría pensar que ha sido raptado y transportado a un universo distinto, al mundo de los dorados y terciopelos. Por no hablar del goteo ininterrumpido de bailes que se suceden a partir del segundo acto con una pareja de españoles vestidos de luces con pasos de ballet entre sonidos de castañuelas –impresionante-, la danza del vientre, pasos orientales…

Lo cierto es que el Ballet Imperial Ruso no defrauda. Prueba de ello son los aplausos que abarrotaron el teatro en su estreno. Sigan de cerca a esta compañía. Aún están a tiempo de enmudecer con El Cascanueces y El Lago de los Cisnes. Les aseguro que la musa de la poesía está escondida en la música de Chaikosvky, la apuesta de Tarandá y la ensoñación de Zlobin y Epatieva. Les toca a ustedes descubrir si Masha sueña o no; y si El Cascanueces es un regalo. Ya me contarán.

El Cascanueces

★★★★☆

Teatro:

Nuevo Teatro Alcalá

Dirección:

Calle Jorge Juan, 62

Metro:

Goya, Príncipe de Vergara

REPRESENTACIÓN FINALIZADA