El cardenal Rouco, en el Foro Juan Pablo II, sobre la Misión Madrid. Sólo podemos ser misioneros
El cardenal Rouco Varela, arzobispo de Madrid, clausuró el curso en el Foro Juan Pablo II, de la parroquia de la Concepción, con una conferencia sobre la iniciativa de evangelización Misión Madrid. Ofrecemos un amplio extracto de sus palabras. Al acabar la conferencia, el cardenal, reunido con personalidades y autoridades, recibió el plan de actividades del próximo Centenario de la parroquia madrileña
Benedicto XVI se refirió a la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011 como «una verdadera cascada de luz». Cuando se habla así de un acontecimiento de la Iglesia, es porque ha suscitado en las personas que participaron y que lo contemplaron el don de la fe. La JMJ llevó la luz de la fe a muchos jóvenes, y demostró que el Evangelio se puede llevar con fascinación a las nuevas generaciones de nuestro tiempo. La JMJ fue, por ello, un modelo de nueva evangelización. Misión Madrid se enmarca dentro de este contexto, porque en la diócesis de Madrid no nos podíamos conformar con esos ocho días: había nacido un impulso misionero que teníamos que continuar en la Iglesia en Madrid.
Sin embargo, la JMJ no fue un hecho aislado, sino que venía a enmarcarse dentro de las actividades pastorales de la archidiócesis de Madrid, siempre consciente de que la nueva evangelización hay que tomarla en serio. Desde 1995, ha habido en Madrid distintas iniciativas de carácter misionero: la Misión Universitaria, un Jubileo 2000 que vivimos con acento evangelizador, el III Sínodo diocesano, la Misión Joven…: ahí se inscribe mi petición al Santo Padre para organizar la JMJ 2011. Todos estos antecedentes revelan el origen de la Misión Madrid.
La apostasía silenciosa
¿Hay crisis de fe en Madrid? ¿Se puede decir que Madrid necesita ser evangelizada? Habría que hacer aquí una observación europea: el Sínodo de los Obispos sobre Europa, en 1999, habló de la apostasía silenciosa del continente europeo. Signo de ello fue el ateísmo militante que sufrió la Unión Soviética y el régimen nacionalsocialista alemán, en el siglo XX; también el ateísmo creciente en la llamada Europa libre, en las últimas tres décadas; un signo claro es el descenso de la práctica religiosa en Europa; o el triunfo de una concepción materialista de la vida, desde sus aspectos más íntimos, que son los morales; o la preeminencia del yo, la conveniencia, la dictadura del relativismo; o el vaciamiento de los derechos fundamentales –¿quién fundamenta los derechos de los hombres?; ¿el mero consenso social?–, como el derecho a la vida, hoy profundamente cuestionado, así como la configuración del matrimonio y de la familia…
Estamos en una sociedad que sufre los efectos de la crisis de fe y de la apostasía silenciosa. En Madrid y en toda España, está presente el secularismo como visión de la vida; el matrimonio y la familia se han visto muy afectados por la secularización, algo que incluso ha reforzado la propia legislación –habría que preguntarse hasta qué punto algunas medidas pueden considerarse justas–; hay un altísimo número de divorcios, un descenso de la nupcialidad y un bajísimo índice de natalidad; el derecho a la vida está sufriendo mucho, con 130.000 abortos al año; y a todo ello se suma la crisis económica y la falta de empleo.
Hay una crisis generalizada de la vida, y la causa primera y básica es la apostasía silenciosa y la crisis de fe. Éste es el reto formidable de la Iglesia en Madrid; un reto que se puede superar si la Iglesia vuelve a ser misionera, con la palabra y con las obras. Sólo podemos ser misioneros. Para llegar a los alejados, nuestra respuesta es la Misión Madrid. Ser misionero es la misma naturaleza del ser cristiano. Ser de Cristo es ser enviado. La fe llega a través del envío, de la misión, con una palabra clave: Dios es amor.
La parroquia, a evangelizar
Una Iglesia que quiera ser misionera debe tomar en serio el primer anuncio, llevar la noticia de Cristo resucitado. En Misión Madrid habrá espacio para el primer anuncio en las calles: la parroquia debe tomar conciencia de su responsabilidad misionera, y por eso se visitará a todas las familias del territorio de la parroquia, muchas veces para un primer encuentro con la Iglesia. Esta iniciativa se llevará a cabo el curso que viene. Queremos llevar a cabo el anuncio explícito del Evangelio, ofrecer la fe vivida en la Iglesia.
Otro punto del programa de Misión Madrid es conocer la fe y saber defenderla. La catequesis no es sólo para los niños; y la formación teológica no es sólo para unos niños, sino que es para todos. Todos debemos saber dar razón de nuestra fe.
También hay que prestar especial atención a la oración, pues no se puede creer y conocer a Dios sin rezar. Debemos hacer comunidades orantes. Esto tiene que ver con la liturgia: preparar bien la Misa del domingo, los sacramentos… Hemos querido dar a esta dimensión una relevancia especial, con la reciente celebración del sacramento de la Confirmación a 1.138 jóvenes.
La fe debe estar presente en todos los aspectos de la vida: el derecho a la vida, el matrimonio, la familia, el trabajo, la vida política, la cultura, la universidad, los medios de comunicación. Como nos ha alentado el Papa Francisco, debemos ir a las periferias, no sólo a las geográficas o a las más empobrecidas materialmente, sino también a las más interiores, a los jóvenes rotos por dentro, a las personas deprimidas. Son muchos los que necesitan el Espíritu del Señor. La Misión Madrid debe dejar claro que la fe de nuestros hermanos es, para nosotros, algo fundamental.
Benedicto XVI, a los participantes en el III Sínodo diocesano de Madrid, nos dijo: «La comunidad de los creyentes ha de ser portadora de la luz del Evangelio, con la certeza de que la caridad es, ante todo, comunicación de la verdad». Precisamente, Servidores y testigos de la verdad es el lema de Misión Madrid: eso queremos ser.