El cardenal Amigo tenía su propia sevillana: «Y la Giralda repicó...» - Alfa y Omega

El cardenal Amigo tenía su propia sevillana: «Y la Giralda repicó...»

El amor a sor Ángela de la Cruz, su trabajo con las cofradías y su relación con la política fueron señas del arzobispo emérito de Sevilla, que falleció el 27 de abril

Fran Otero
El cardenal fue enterrado en la capilla de San Pablo, en la catedral de Sevilla. Foto: ABC.

«Y la Giralda repicó / ya tenemos cardenal / Ella en el cielo alcanzó / que Dios premiara tu amor / tus desvelos de padre y pastor». El 25 de octubre de 2003, cuatro días después de ser creado cardenal y un día antes de hacer su entrada como tal en la catedral de Sevilla, el cardenal Carlos Amigo, fallecido el pasado 27 de abril, escuchó en el convento de las hermanas de la Cruz esta sevillana con un café en la mano y tras la Eucaristía. Quería que la primera visita tras recibir la púrpura fuera a sor Ángela de la Cruz. Porque la vida del cardenal Amigo en Sevilla no se puede entender sin esta gran santa. La Providencia lo quiso así. Nada más llegar a la sede hispalense fue beatificada en una visita de Juan Pablo II a Sevilla. Luego sería canonizada en Madrid, durante otro viaje del Papa polaco en 2003, unos pocos meses antes de convertirse en cardenal. De hecho, como recuerda la periodista Gloria Gamito en conversación con Alfa y Omega, él siempre decía que el cardenalato «era un regalo que sor Ángela de la Cruz quiso hacer a Sevilla en su persona». Años después también sería testigo del ascenso a los altares de la sucesora de sor Ángela, santa María de la Purísima.

El purpurado durante el Sermón de las Siete Palabras de la Semana Santa de Ávila. Foto: Efe / Raúl SAnchidrián.

Nacido en Medina de Rioseco (Valladolid), Amigo entró en la Orden de los Hermanos Menores y fue obispo de Tánger –donde puso en práctica el diálogo interreligioso– antes de llegar a su destino más extenso. 28 años de arzobispo de Sevilla dan para mucho. Fue el artífice de la cesión del Palacio de San Telmo a la Junta de Andalucía, entonces presidida por José Rodríguez de la Borbolla, y con la que obtuvo fondos para un seminario bueno, para construir parroquias y para ayudar a los barrios más necesitados, detalla Gamito. Micaela Navarro, senadora por Jaén y consejera de la Junta de Andalucía en la época de Amigo, destaca su «absoluta lealtad institucional con el Gobierno andaluz». «Dentro de la Iglesia tenía una gran relevancia y fuera se le respetaba mucho», añade.

Su relación con las cofradías también fue clave, a pesar de que es «una realidad compleja», como recuerda el actual delegado de Hermandades y Cofradías de la archidiócesis sevillana, Marcelino Manzano, que, además, recibió la Confirmación y el Orden Sacerdotal de manos de Carlos Amigo. El purpurado dictó nuevas normas en este campo y, sobre todo, fue clave en la plena igualdad de hombres y mujeres. Gloria Gamito lo sabe bien. Él autorizó que ella fuera en la candidatura de una cofradía, la de Jesús de la Pasión, que todavía no dejaba procesionar a mujeres. «Supo mirar esta realidad, amarla, quererla y pastorearla», añade Manzano a este semanario.

Carlos Amigo y Juan Pablo II durante la visita del Pontífice a Sevilla en 1982. Foto: ABC.

En 2010 dejó Sevilla, pero no «la actividad desbordante», afirma a Alfa y Omega el actual arzobispo, José Ángel Saiz Meneses. Este prelado, que todavía no ha cumplido un año al frente de la diócesis, ha estado muy cerca del cardenal Amigo en sus últimos momentos. En la habitación del hospital, recuerda, hablaron del encuentro con Cristo, de la vida eterna. De la Virgen de los Reyes, a la que tenía muchísima devoción, y de san Francisco de Asís. Y mientras rezaban fue perdiendo la consciencia e hizo el tránsito. «Era una persona espiritual, que intentaba vivir las bienaventuranzas, cercana, compasiva y que intentaba sembrar la unidad y la concordia», concluye el arzobispo.

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