El cardenal Dziwisz inaugura la JMJ e invita a usar «el lenguaje del Evangelio: el amor»
«Queridos amigos ¡bienvenidos a Cracovia!». El saludo del cardenal Stanislaw Dziwisz resonó fuerte el martes 26 de julio por la tarde en la inmensa explanada del Parque Blonia al presidir en la capital polaca la Santa Misa de apertura de la XXXI Jornada Mundial de la Juventud ante miles de chicos y chicas de todo el mundo. «Ha llegado la hora esperada desde hace tres años», comenzó diciendo emocionado el arzobispo de Cracovia.
«La hemos esperado desde el día en el que el Papa Francisco anunció en Río de Janeiro que la próxima Jornada Mundial de la Juventud sería en Polonia».
«Han llegado desde todos los continentes y de todas las naciones, del oriente y del occidente, del norte y del sur de nuestro globo», observó el prelado. «Traen con ustedes muchas experiencias. Tienen muchos deseos. Hablan muchas lenguas. Pero desde hoy todos utilizaremos el lenguaje del Evangelio. El lenguaje del amor. El lenguaje de la fraternidad, de la solidaridad y de la paz».
Al dar una vez más a todos su calurosa bienvenida a la «ciudad de Karol Wojtyła», Dziwisz recordó que allí precisamente san Juan Pablo II maduró en su servicio a la Iglesia y desde allí se puso en camino por los senderos del mundo para anunciar el Evangelio de Jesucristo. «Bienvenidos a la ciudad en la cual vivimos de manera particular el misterio y el don de la Divina Misericordia», subrayó. «Jesucristo nos habla hoy, en Cracovia, a orillas del río Vístula, que atraviesa toda Polonia, de los montes al mar».
El arzobispo de Cracovia invitó luego a los jóvenes a formularse las siguientes preguntas y a buscar las respuestas. ¿Desde dónde venimos a este encuentro? ¿Hoy, en este momento de nuestra vida, dónde estamos? ¿Desde este momento, en qué dirección colocaremos el resto de nuestra vida? ¿Qué nos llevaremos de este lugar? «En estos días compartamos lo más precioso que tenemos. Compartamos nuestra fe, nuestras experiencias, nuestras esperanzas. Queridos jóvenes amigos, en estos días modelen sus pensamientos y sus corazones», fue su invitación.
«Cracovia vive del misterio de la Divina Misericordia, gracias también a la humilde sor Faustina y gracias a Juan Pablo II, que han sensibilizado a la Iglesia y al mundo sobre esta particular característica de Dios», Recordó. «Regresando a sus países, a sus casas y comunidades, llévense la chispa de la misericordia. Lleven a los demás la llama de su fe y con ella enciendan otras llamas, para que los corazones humanos latan al ritmo del Corazón de Jesús, que es fuente ardiente de caridad. Que la llama del amor envuelva a todo nuestro mundo, para que en él no haya más egoísmo, violencia e injusticia, sino sobre nuestra tierra se refuercen la civilización del bien, de la reconciliación, del amor y de la paz».
En su homilía citando al profeta Isaías que hoy nos habla de lo «hermosos que son los pasos del que trae la buena noticia», el cardenal Dziwisz puntualizó que ese mensajero fue Juan Pablo II, iniciador de las Jornadas Mundiales de la Juventud, amigo de los jóvenes y de las familias. «También ustedes sean tales mensajeros. Lleven por el mundo la buena noticia de Jesucristo. Testimonien que vale la pena confiar en Él. Abran de par en par las puertas de su corazón a Cristo», finalizó.
RV / Redacción