El buscón, de Quevedo. La picaresca nunca pasa de moda - Alfa y Omega

Por suerte o por desgracia, los españoles tenemos el mérito de haber inventado el género de la picaresca. Pasamos a formar parte del acervo de la literatura universal a costa de dibujar en nuestras páginas a un pícaro de origen vil, señor de muchos amos, que aspira a mejorar en la escala social y para ello se sirve de engaños y mentiras. Por si no se han dado cuenta, estamos hablando del siglo XVII, allá por la época del Barroco, momento de pillajes y rufianes. Y sí, sé lo que están pensando… ¿No ocurre lo mismo ahora?

Pues bien, de eso trata esta maravillosa versión libre que dirige también Alfonso Zurro. Digo «también» porque versiona y dirige al mismo tiempo, tarea harto laboriosa si contamos que para ello parte del texto de Quevedo que presenta a modo de tratados, de sketches de materia literaria barroca, con otros de la más rabiosa actualidad. Asistirán a una sucesión de sketches donde la sonrisa y la carcajada están asegurados, donde la mirada sobre la España del siglo XVIII se dibuja a la perfección y se materializa en la forma de hablar y vestir de los personajes, así como a la España del siglo XXI, la de nuestros días, con su luces y sombras.

Por eso que, si lo que buscan es un espectáculo total que ahonde en el famoso pícaro Pablos, esta es su obra; si lo que buscan es un espectáculo total que ahonde en los famosos pícaros de la actualidad, esta también lo es, no lo duden. Porque seguro que a más de uno ya se le ha pasado por la cabeza la imagen de algún que otro político corrupto, o empresario, o hijo de vecino, o qué más da. Al paso que vamos, pocos se resisten a estar fuera de las listas de la corruptela en este país de pícaros.

Pero no piensen que el mérito de la obra radica en la manera amable y lúcida de tratar la picaresca en toda su dimensión del ayer y del ahora, no. La pieza cuenta con más virtudes reseñables. Sin ir más lejos, los actores. De diez, oigan, de diez. La Compañía del Teatro Clásico de Sevilla no se anda con chiquitas y cuenta entre sus filas con nombres como Pablo Gómez-Pando, Manuel Monteagudo, Manuel Rodríguez, Antonio Campos, Juan Motilla, Mª Paz Sayago y Rebeca Torres. Más que unos nombres, quédense con que son unos actores que se mueven por todos los registros. La versatilidad es lo que los define, y el buen hacer sobre las tablas también, faltaría. Con una dicción que por momentos se complica, hacen de la lengua del Barroco y de las Andalucía profunda, un motivo de gracia y admiración. Y de entre todos, Pablo Gómez-Pando, nuestro don Pablos… Y el joven estafador de seguros, y el ladrón de bolsos, y el adolescente que acude a un comedor social, y el político, y el… Un actor que da gusto contemplar por su energía y pasión que llena la sala y la desborda. No les dejará indiferente tanto buen hacer y respeto por la profesión. En resumen, más de sesenta personajes los que se interpretan sobre las tablas del Fernán Gómez, que no pueden dejar de ir a ver; a todos y cada uno de ellos.

Ya están tardando. Terminen de leer estas líneas y acudan al teatro. Saldrán con la satisfacción de asistir a una obra bien hecha, con la pesadumbre de saber que seguimos en un mundo de pícaros y la alegría de acercarse al teatro para dejarse envolver por su magia.

Vayan a ver la obra. Vaya a vivir la obra. Vayan a hacerla suya y a recuperar a ese don Pablos que todos llevamos dentro.

El buscón

★★★★★

Teatro:

Teatro Fernán Gómez.
Centro Cultural de la Villa

Dirección:

Plaza de Colón, 4

Metro:

Colón

OBRA FINALIZADA