El abandono de trabajadores del mar se multiplica por seis en cinco años
Sin provisiones ni sueldo «se estaban muriendo de hambre», relata una trabajadora de Stella Maris que asistió un caso así en Kenia. Las navieras se desentienden de la tripulación cuando tienen problemas económicos
Cuando Margaret Masibo subió a aquel barco en el puerto de Mombasa (Kenia) «los hombres lloraban. Otros gritaban. Algunos se habían replegado en el silencio». La representante de Stella Maris relata que «durante varios días no habían comido ni bebido agua fresca. Se estaban muriendo de hambre».
La naviera se había desentendido del barco y desde entonces «nadie había subido a bordo para ayudar hasta que lo hice yo». «No tenían dinero y no podían desembarcar porque no tenían papeles para estar en Kenia. Fue una visión terrible, que te partía el corazón, ver a gente abandonada tan despreocupadamente».
Stella Maris, la organización católica global que se dedica al apostolado de las gentes del mar, ha pedido que se tomen medidas urgentes ante los niveles récord de abandono de barcos. Los datos de la Organización Internacional para las Migraciones y de la Organización Internacional del Trabajo dados a conocer este mes de enero señalan que el año pasado fueron abandonados 310 barcos, más del doble de los 142 de 2023. Esto implica a miles de personas, señala la organización católica.
La tendencia al alza es alarmante desde la pandemia de la COVID-19. Así, en 2020 se informó de 85 casos; en 2021, de 95 y en 2022, de 109. Es decir, en cinco años los casos se han multiplicado por seis.
La mayor parte del abandono de barcos se produce por razones económicas. Las navieras toman esta decisión cuando tienen problemas. Que los barcos continúen su viaje no les resulta rentable y abandonarlos es más barato que saldar sus deudas, las tasas portuarias y los salarios.
«No son solo estadísticas. Representan vidas puestas del revés y familias empujadas a las dificultades económicas», señaló la semana pasada Tim Hill, jefe ejecutivo de Stella Maris en Reino Unido. «Los marinos abandonados con frecuencia sufren condiciones desgarradoras, atrapados en navíos sin provisiones adecuadas ni paga y sin saber cuándo podrán regresar a casa con sus seres queridos. El peaje físico y mental es devastador».
No son ellos los únicos afectados, señalan desde la entidad. Sus familias y «comunidades enteras sufren» porque ni pueden enviar dinero a casa ni están allí para ganar el pan por otros medios, subrayó Hill.
«El mundo se apoya en los marinos para mantener el comercio en marcha. Y sin embargo siguen estando entre los trabajadores más vulnerables», denunció Hill. «Debemos unirnos para implementar las leyes internacionales, hacer que las empresas negligentes rindan cuentas y ofrecer asistencia inmediata a las tripulaciones abandonadas para asegurar que sus derechos y su dignidad se respeten».