Dos tercios de niños atendidos por Save the Children comen menos por la inflación

En el 65 % de hogares atendidos por Save the Children se come menos por la inflación

Una encuesta a más de 1.000 familias revela que aunque el 51 % tienen trabajo, esto no les basta para superar la pobreza

Redacción
Mujer cocinando macarrones
A pesar de trabajar a jornada completa, Shandy, sus dos hijas y una sobrina no llegan a fin de mes. Foto: Pablo Martí / Diodo Media.

Ni tener trabajo ni estudios secundarios son un antídoto contra la pobreza. Lo demuestra una vez más un estudio de Save the Children, presentado este miércoles. Ser pobre en España. El retrato de 1.000 familias, constata que aunque el 51 % de los padres de 2.440 niños con los que la entidad trabaja en seis comunidades autónomas tienen trabajo, no consiguen salir de la pobreza.

El retrato robot de estas familias —1.170 en total, de Andalucía, Castilla-La Mancha, Catalunya, Comunidad de Madrid, Comunidad Valenciana y País Vasco—es el de un hogar formado por padre y madre —aunque cuatro de cada diez son monomarentales— y con dos hijos menores de edad. En casi la mitad de los casos, los hogares ingresan menos de 1.000 euros al mes debido a que es frecuente que el trabajo de los padres se produzca en condiciones de subempleo, temporalidad o a tiempo parcial. Algo más de la mitad de los padres –el 53%– y las madres –55%– tienen estudios secundarios, aunque uno de cada tres acabó los estudios primarios.

«Tradicionalmente, la educación era la base para que los hijos e hijas de familias con pocos ingresos pudieran salir de la pobreza; nos referíamos a ella como la clave para que funcionara el llamado “ascensor social”», ha explicado en la presentación Andrés Conde, director general de la ONG. «Sin embargo, desde años comprobamos que no funciona como debería. Sin políticas públicas que apuesten decididamente por acabar con las barreras que impiden romper el círculo de la pobreza, seguiremos condenando a los niños a esta situación».

Solo el 21 % recibe el IMV

Las consecuencias de la pobreza en estas más de 1.000 familias son variadas. En el 65 % de los hogares, todos los miembros han debido disminuir el consumo debido al aumento del precio de los alimentos (un 16,5 % entre 2022 y 2023). En otro 6 % ha bastado con que lo disminuyeran los adultos. La mitad de los niños no pueden comer la suficiente cantidad de proteínas o fruta y verdura a la semana, y un porcentaje similar tiene problemas de sobrepeso.

Las familias gastan de media el 41 % de sus ingresos en comida. Esto se suma al 43 % que gastan en vivienda. Ello a pesar de que en muchos casos viven en hogares con problemas de salubridad como humedades. Y en muchos casos la temperatura es inadecuada. Los niños consumen dulces y pantallas en exceso, desayunan bollería industrial y no duermen lo que necesitan. No pueden acceder a actividades extraescolares y solo optan a alternativas de ocio menos saludables.

Casi la mitad (46 %) de las familias encuestadas había solicitado el ingreso mínimo vital, pero solo el 21 % lo recibía. Y una de cada tres ni siquiera lo había pedido aun estando en condiciones de optar a él. «Para llegar a quienes más lo necesitan, es clave facilitar el acceso al ingreso mínimo vital: estimamos que las familias que perciben el IMV tienen unas rentas un 8 % más altas que aquellas que no lo reciben», afirma Conde.

Desde la entidad creen que buena parte de estos datos se puede extrapolar a los 820.000 niños en carencia material severa. Por todo ello, Save the Children pide que se apruebe una nueva ayuda a la crianza que cubra desde los 0 a los 17 años y que llegue automáticamente a todas las familias incluyendo a las más vulnerables. A ello se suman otras reivindicaciones como la simplificación de los procedimientos para solicitar ayudas hasta automatizarlas cuando sea posible; ampliar el parque de vivienda pública; establecer el umbral de pobreza como nivel de renta mínimo para recibir ayudas al comedor escolar; becas para actividades extraescolares.