Conspiraciones y un Cristo con tres manos - Alfa y Omega

Conspiraciones y un Cristo con tres manos

La iglesia del Salvador, en Teruel, tuvo tres vidas. Tras colapsar en 1667 y a causa de la Guerra Civil Española, ahora perdura en la ciudad como manifiesto de la convivencia entre católicos y musulmanes. Debe a los artesanos mudéjares su fama

Rodrigo Moreno Quicios
Riquísimas yeserías mudéjares en las bóvedas interiores
Riquísimas yeserías mudéjares en las bóvedas interiores. Foto: Diego Hernández Estopiñán.

Una leyenda sobrevuela el Cristo de las Tres Manos que preside la iglesia del Salvador. «Dicen que es de un ladrón que quiso robar la imagen y, al tocarla, se le quemó y se quedó pegada», nos explica Pedro Luis Hernando, delegado de Patrimonio de la diócesis de Teruel y Albarracín. Un mito alimentado por los turolenses, aunque la historia real tras esa misteriosa mano tallada en la espalda de este crucificado no sea tan fantasiosa. «Es una rareza, pero no exclusiva», matiza Hernando, quien detalla que alrededor de los Pirineos durante los siglos XII y XIII —la primera cita historiográfica de este templo es de 1196— eran frecuentes los conjuntos escultóricos del descendimiento de la cruz. «Eran piezas románicas con varios personajes» que se empleaban en las procesiones del Santo Entierro. No obstante, con el paso de los siglos, algunas se despiezaron para aprovechar cada elemento por separado. «Entonces la cortaron y dejaron esa mano», seguramente de una Virgen María o un san Juan, «oculta en un costado».

Otro rumor sobre este Cristo «considerado milagroso» es que tenía «la capacidad de atraer las aguas». Así lo documenta Aragon, reyno de Christo, y dote de Maria Santissima, un libro escrito en 1739 por el carmelita Roque Alberto Faci. Según detalla Luis Pedro Hernando, el volumen «cuenta que, en un momento de mucha sequía, sacaron al Cristo en procesión para pedir lluvias y, antes de llegar a la plaza del Torico», ubicada a 120 metros exactos del templo, «la gente se tuvo que cobijar en los soportales» por la enorme tromba que desencadenó.

No es la única historia de esta iglesia con tres vidas. La primera, desde su construcción en el siglo XII hasta que colapsó en 1667. «Está construida sobre un barranco y no estaba bien asentada, toda la ciudad estaba sobre el río y había mucha humedad», diagnostica Pedro Luis Hernando, lo que provocó que el edificio cediera de golpe y porrazo. Pero celebra que, pese al desastre, «la torre milagrosamente se conservó porque estaba pegada a unos sillares potentes», por lo que esta joya mudéjar es apreciable aún hoy.

El Cristo de las Tres Manos formó parte de un conjunto amplio. A la derecha: La torre sobrevivió al colapso de 1667, a diferencia del resto del templo
El Cristo de las Tres Manos formó parte de un conjunto amplio. A la derecha: La torre sobrevivió al colapso de 1667, a diferencia del resto del templo. Fotos: Diego Hernández Estopiñán.

Ese es otro rasgo distintivo de la iglesia del Salvador, su estilo mudéjar fruto de la convivencia de albañiles musulmanes con mecenas católicos. «La fusión de lo islámico y lo cristiano genera un arte distinto», reivindica Hernando, que se puede ver en las ricas yeserías que adornan las bóvedas del templo y en su ya mencionada torre exterior. Y añade que, como eran unos artesanos a los que «se les tenía aprecio», su ciudad lleva a gala que «el Consejo de Teruel solicitó que los mudéjares no tuvieran que salir a las murallas de la ciudad, sino que podían concentrarse en barrios». Una dispensa que no se aplicó en otras muchas urbes de la Corona de Aragón.

Tras pasar 15 años en ruinas, la iglesia del Salvador estrenó nueva vida en 1682, cuando se reconstruyó y «volvió a consagrar». Aunque pasó así solo dos siglos y medio, pues la Guerra Civil acabó con ella. La ciudad de Teruel, que cambió de manos varias veces durante el conflicto, «quedó destruida al 90 % por los bombardeos». A lo que se unieron las profanaciones de los milicianos republicanos. El delegado de Patrimonio lamenta que tras el final de la contienda, ya en dictadura, «no se buscaron recursos para que la ciudad tuviera una economía sostenible y la mayoría de la gente se fue de la provincia». Como resultado, en esta «diócesis pobre no hubo dinero para reparar esta iglesia durante muchos años». Su rehabilitación finalizó en 1993 con ayuda de la Diputación Provincial de Teruel. «Siempre las instituciones públicas colaboran y consiguen resultados», agradece Hernando, quien considera que «si no dieran dinero todos los años, estaría a punto de colapsar».

Finalmente, el delegado nos confía un secreto que hará las delicias de los amantes de las intrigas palaciegas: «Hay un túnel que une las antiguas casas del clero con la parroquia». Estas viviendas son actualmente unas viviendas modernas y el pasadizo ha quedado interrumpido, pero en su momento permitía caminar directamente desde la casa de los curas «hasta detrás del altar mayor y sin salir de la calle». Lo que, al igual que sucedió con la tercera mano del Cristo del Salvador o su poder contra la sequía, generó numerosas leyendas. La más difundida, que «los nobles se escondían en estas casas para hacer sus elucubraciones contra el rey y luego salían por el pasadizo como si estuvieran rezando».